Todos los días que me miro al espejo, presumo, me presumo y acomodo las manos para sostener la cadera, al entusiasmo en ella; digo: cuándo podré ser linda; quiero agradarte, quiero que me quieras y además gustarte para que suceda…ese hecho maravilloso llamado la Creación nuestra, un tintinirirí en el sonar de la Campana,<< che chabón metéle>>, tenemos que hacer nuestro desfalco, tenemos que robarnos para conseguirnos en lo que es clandestino; tenemos-tememos, tenernos, sostenernos soportarnos hasta que el más cagón diga basta.
Y no me sale…no me sale, no creo que te alcance.
Te gustan las jovencitas, de piel fresca de gesto variamente despreocupado.
Yo solo cuento con la edad madura, el seño de eva trascendental, experta en cometer imprudencias que luego puedan costar lo que cuesten; el diente y el filo al filo del mordisco, la intención mal intencionada de ser en el hacer ruido y orquesta.
Tantos años y muchas hojas que han pasado por mi cuerpo escribiendo de lo que no se puede decir, ámbar de emociones, no sé que pueda aventurarle u ofrecerle a tu otoña edad donde te gusta invernar.
No hablo de primaveras, el rubor origenio lo he perdido a cuenta del canje de este verano infernal con el que te provoco…pero me cuesta entender que mi precario yo pueda hacer sombra sobre tu absoluto.
Desde esta agitación interna no observo que cometas tu política exterior; le tenés miedo a mi faja que faja, le tenés miedo a la negociación con esta terrorista del amor, voy a matarte, te lo prometo bajo amenaza, voy a hacerlo, vas a morir enervado al tajo de esta boca de leona, sostenido por estas dos manos que buscan venganza en tu diámetro preciso, el que me incluye por lamento y espanto aplastada/bendecida en el morbo/placer de la derrota.
Estuve detrás de vos los últimos cuarenta años donde te acostumbraste a limpiar del cuerpo la hojarasca por las que las mujeres áridas te robaron el regocijo; ahora como el himno de la alegría es que me pongo de pie frente al Atíkva; giro, te señalo y pido:
Que crezca tu cabello, te lo ruego en favor del estigma, esa naturaleza monumental tan naturalmente tuya, sansonsoniana; que esta pequeña combatiente quiere golpearte en los oídos del alma-¡que te retumbe!- Que escuches y sientas como te derriba la piedra de mi beso.
Fanny G Jaretón
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