Tenia que preparar el escenario con cuidado. Después de todo el viejo no era nada tonto. Se había dado cuenta de su avanzado estado de gravidez a pesar de que había tomado cuidado en vestirse con ropa holgada y guardado cama fingiendo sentirse mal.
Hacia un año que Alfonso, el hombre más rico de la ciudad, le hizo
una extraña propuesta matrimonial a Lucrecia,una bella madre soltera
de dos hijos, al mismo tiempo que le entregaba las llaves de su casa
y el control de una parte de sus bienes.
- Durante un año estaremos separados y probaremos nuestra fidelidad.
Después nos casaremos.
Lucrecia vio que el dinero le ofrecía muchas oportunidades
entre ella el seguir a Fausto, el cantante que era padre de sus
hijos y ahora otra nueva vida palpitaba en su abultado vientre.
Terminado el plazo Alfonso regreso a su casa, al darse cuenta del
estado de Lucrecia decidió:
- Te doy tres días para que salgas de mi casa, llévate lo que desees
pero no quiero volver a verte.
- ¡Muerta, saldré muerta de esta casa, muerta! refutó,
Lucrecia.
-¡Tres días!... repitió Alfonso con firmeza mientras se alejaba.
Esta es mi casa, no lo olvides… y se fue.
Lucrecia llamó a su hijo menor, Renecito un niño de siete años.
- Anda a comprar veneno para ratas, pero antes busca a Alfonso
avísale que estoy desesperada, dile que piensas que tu madre está
en muy malas condiciones y que te ha mandado a comprar veneno. Si te
pregunta si te mande a buscarlo, le dices que no. La cara de
Lucrecia se contorsiono en una mueca y rompió a llorar a gritos:
-¡Muerta, muerta saldré muerta de esta casa… muerta!
Renecito asustado estalló en llanto y corrió a cumplir el encargo
de su mamá. El niño era el perfecto mensajero, Alfonso lo trataba
como a un hijo.
Lucrecia comenzó a recorrer la casa repitiendo:
-¡Muerta, saldré muerta de esta casa, muerta… muerta!
En uno de los patios recogió una cuerda que estaba tirada. Escogió
la viga más cercana a la puerta y amarro en ella la cuerda y puso
una silla debajo. Era su última carta, la jugaría con mucho esmero. Se paró encima de la silla y aguardo.
Tan pronto que escucho pasos y notó que la puerta se abría, Lucrecia pateó la silla.
-No lo pude alcanzar el viejo estaba ya en el tren para Arequipa, dijo Renecito, al entrar al cuarto y al ver a su madre luchando por su vida, corrió a colgarse de las piernas llorando, mamita…mamacita.
Maria Fischinger @2007
2 comentarios:
Maria, lei hace mucho este cuento y nuevamente ahora, siempre me impresiona el dolor, la frustracion,el final.
yossi
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