domingo, 30 de noviembre de 2008

Vida mía

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¿Vida mía cómo he de conquistarte?

¡Qué debo hacer para que en mí te fijes?

Cuido el jardín de mis delicias para que te solaces en él, pero no te inmutas.

Mieles brotan de mi piel cuando mi mente te imagina.

Cómo he de retenerte si escapas como el aire que respiro

Doblegada, y sin embargo con saña me ignoras.

Los días se convierten en eternas noches y, tu sonrisa, adorable para otros, vuelta hacia mí es una mueca.

Quiero que me mires pero tus ojos me niegan el placer de su ardiente flama.

Campo yermo es mi vida sin ti.

Vida, si pudieras quererme aunque fuese un poco, un segundo siquiera, pero te vas en cada exhalación.

Está mi vida mermada a cada instante, los colores y matices del arco iris han desaparecido de espanto, todo murió de pena. El camino está lleno de escombros, y entre ellos, tirados por todas partes, los pedazos arrancados a mí ser.

Ese jardín que poseía todos los tonos del amor ahora solo le quedan el blanco de los días momificados y el negro de una eterna noche triste sin siquiera la luz de un cuarto de luna.

Quise oír tu voz, cálida, optimista, riendo con la alegría de las ideas claras y ágiles como tu cuerpo. La esperaba dándome energía, impulsando a mis sueños a tomar forma de luminosas estrellas que me guiaran a través del transitar de los días planos.

La vida y la muerte, cada una luchando su bocado. Hermanas siamesas, incomprendidas por muchos. Amada una, temida la otra, cuando son ellas su propio reflejo.

La Vida considerada adorable, supuesto sinónimo de realización de sueños. La muerte, temida, decapitadota de proyectos, abismo desde donde se suicidan las ideas.

Ah! Vida siento que te has ido sin siquiera entender mis ansias. Te había soñado cubriéndome, protegiéndome. Te he respirado y ese aliento me quemó de golpe. Fui por unos instantes llama atizada que estaba a punto de extinción, sin embargo, ahora… Ahora me siento encarnación de la misma "parca", siento que soy ella, soy uno con la muerte.

Mis ilusiones estiraron sus brazos para alcanzarte pero a zancadas francas huías como de un ser infecto. Tu hermana la muerte me enlazó en sus brazos secos y negros y con su manto cubrió a mí ser dolido.

Ahora siempre estoy con ella, soy ella, pues tu huida es para mí eterna muerte.
¿Veneno eras, Vida mía?


Ana Lucía Montoya Rendón

Amor platónico

Cuando el entomólogo dio por concluido su minucioso estudio de aquel extraño insecto ortóptero, nocturno y corredor, de unos tres centímetros de largo, cuerpo deprimido, aplanado, de color negro por encima y rojizo por debajo, alas y élitros rudimentarios, antenas filiformes, las seis patas casi iguales y el abdomen terminado por dos puntas articuladas, soltó su lupa sobre la mesa con gesto de satisfacción y se apresuró a coger los materiales precisos para proceder a la disección del mismo.



Sólo entonces, comprendió la pequeña cucaracha, que aquel galán de movimientos rápidos y color vítreo, húmedo y chispeante que parecía estar rodeado de albina aureola, bordeada de una corona de negros flecos, con quien había estado tratando de entablar conversación a través de un cristal durante más de 4 horas, había sido engullido por un gigante perverso que, celoso de sus ingenuos coqueteos, se disponía a abrirle el pecho para robarle la esencia de todos sus deseos y sentimientos.



Se despojó de todos sus aromas y se entregó a su destino sin la menor resistencia. Su único anhelo era reunirse con su platónico amor.


Lena

sábado, 29 de noviembre de 2008

DECIME PARA QUÉ


— Claro que me ubicás, gallego. Total no pasó tanto tiempo, unos cuantos años, pero no para olvidarse, ni aunque te convenga. Vuelvo como a mi casa, mi guarida, la vieja mesa que me cobijó sueños y escabios. No vengo a buscar pleito ni venganza. Quiero ver a los amigos que me queden, aunque sólo sea para compartir tragos y tangos, ya que no ilusiones, que, a nuestra edad, hay que ser muy gil para mantenerlas.

— Poneme un tango, gallego. De los que tenés, esos que te retuercen el fuelle por las tripas, que se arrastre y se estire y que me duela hasta que me suicide el alma. De esos que te regalé y que ponés -todavía ahora, seguro-, a escondidas, cuando te acordás de la gallega. Tomé frío, allá, y mastiqué rencores y me faltò tango. Aquí vuelvo, fracasado y hambriento como perro de baldío. Poneme un tango que me haga odiar y buscar pelea con la escoria amontonada en tu boliche, abrazado a un calor que no es de hogar sino de infierno. Hoy odio a todos, hasta a la vieja, casi. Ponene un tango resentido aún con la vieja, que me enseñó a perder, a soñar y esperar e ilusionarme, con qué decime, gallego. Si me dejó blandito, para cuando la Sofía me hizo el bocho.

Me engañó su voz,
su llorar de arrepentida sin perdón,
eras mujer, pensé en mi madre
y me clavé...

— Pensé mucho, allá. Porque esto no es nuevo, desde el Paraíso que entramos a perder, los varones digo. Por qué El Viejo nos hizo así, hombre-mujer, castigando de antemano, o haciéndonos sufrir para ganar el premio, que quién sabe si existe alguno. Pensé por qué. Ese Adán debió dar lástima, necesitado de compañía. "No es bueno que el hombre esté sólo"¿Para entretenerlo -debió decir la Eva- para que no se aburra?¿Y nada más, y yo con quién me entretengo? Y la hizo madre y le dió la manija. Porque ahí se equivocó el Anciano. ¿Entendiste, gallego? La hizo mujer y madre. Nos sentenció, gallego ¿Por qué no las hizo diferentes, la buena y la mala? ¿Por qué me hizo creerle, a la Sofía?.



Era mujer… Pensé en mi madre y me clavé.



— No, si el narigón se las sabía todas. Las sufrió todas. Pero claro, lo entendés tarde, cuando ya te crucificaron. Habría que enseñar Discépolo básico a todos los varones de 10 años. Pero no, escuela mixta, los agarran tiernitos, practican caritas y mohines, los entrenan en la culpa y el deber. ¿Por qué El Viejo le dió el gusto? Yo que sé. Hay misterios insondables pero qué culpa tenemos los hombres.

— Hoy la ví, a la Sofía. Me miró que fue como enterrarme en un iceberg. Pensar que me suplicó. "Sólo vos podes salvarme, Joaquín, estoy perdida". Ahora me tiró unos mangos, para ayudarme, dijo. La salvé, la liberé del cafiolo, unos años en cana y unos mangos para compensarme. Hizo negocio, se quedó con todo. Me quedaron ganas de visitar al finado, pedirle perdón.

— Haceme una picadita, gallego, manices, papitas. Tomar en ayunas cae mal. Te pone melancólico, te hace evocar el pasado, con ganas de volver ¿Adónde, decís?¿Es que hubo algo que justifique que la llore y la llame, que me diga que todo lo que pagué está bien pagado, si ella vuelve?. A veces pienso, gallego, que tiene que ser, que alguna vez… por un instante, ella… me quiso. ¿En qué fallé, gallego?¿Cómo destrocé sus sueños?¿Dónde está el bien, dónde está el mal?

— Me estoy volviendo loco, gallego. Me voy a mi rincón, me llevo la botella. Voy a ahogar en alcohol mis recuerdos y sueños y esperanzas. Si llama… ella, no le digas que estoy.

Carlos Adalberto Fernández

lunes, 24 de noviembre de 2008

"Ese día era felíz"

"Ese día era felíz" Se despertó temprano y entreabrió los ojos; pensó en seguir durmiendo pero recordó qué día era y con resignación decidió levantarse.
Un importante acontecimiento lo esperaba. Había citado a sus más grandes amigos en su casa, hacía tiempo que no disfrutaba con ellos –al menos no con todos juntos- y ese día lo haría nuevamente.
Por esas cosas extrañas de la vida y la conducta humana, todos sus amigos estaban peleados unos contra otros: ideologías, creencias, malentendidos, incluso hasta la posición en que debiera plegar las alas una mariposa al volar, habían sido motivos más que suficientes para crear rencillas.Él por su parte, ajeno a todo, intentaba conciliar las diferentes posturas, sin éxito alguno; chistes, halagos, obsequios –incluso hasta una curandera- no habían podido lograr la paz anhelada.Y como era lógico el disfrute de los amigos por separado sólo se limitaba a conversaciones quejosas de unos contra otros –sin descontar los celos, que era lo peor.
Por eso aquel día había sido una verdadera hazaña el juntarlos. Obviamente quién puede resistirse al pedido agónico de quién sabe que le quedan unos pocos meses de vida.Todos llegaron puntualmente y él los hizo pasar al garaje que estaba ambientado como sala de estar. Nadie hablaba con nadie: las miradas recelosas danzaban hacia los costados con la velocidad de la luz y existía un cuidado excesivo para no "rozar el aire" del otro.

Parecían estatuas en las que sólo los ojos se movían y sólo se oía algún que otro carraspeo.
Recién cuando estuvieron todos juntos él pudo sonreírles.-¡qué gran alegría es ver a todos juntos! me han dado una imagen que llevaré grabada en la retina hasta el final. Pidió que lo aguardasen unos minutos y se retiró cerrando la puerta con llave ante la mirada atónita y confundida de todos.
Salió de la casa; se subió al auto y manejó unas tres cuadras. Frenó y estacionó a un costado.Sacó de su bolsillo un aparato cuadrado, pequeño.
Una terrible explosión conmocionó el lugar haciendo estallar vidrios de casas y automóviles.-¿ eran tres meses o tres años para empezar a quedarme pelado? –pensó-

Le daba lo mismo: ese día era feliz.

Liliana Varela 2008.

sábado, 22 de noviembre de 2008

Rott


Me llamo Rott... así me pusieron porque el veterinario que me curó dijo que tengo mezcla de Rottweiler, dice que tengo mas o menos 3 años y que soy muy sanito, también me dio todas las vacunas... les cuento mi historia:He tenido una buena familia que seguro me cuidaba muy bien, estaba gordito y con collar. Un mal día se me ocurrió pasear por el centro de morón y me distraje y fui atropellado por un colectivo, que me produjo un enorme corte en la boca, perdí varios dientes y rompió el tabique de mi nariz, dejándome la cara partida al medio. Asustado y tremendamente dolorido me quedé tirado en la calle por varias horas, los vendedores ambulantes me traían agua y comida pero nada podía tragar, igualmente les agradecía moviéndoles la cola y los conmoví a todos con este gesto. Una familia me recogió a la que le agradezco mucho y los adoro, me llevaron a la veterinaria en donde me operaron a las pocas horas y me hicieron las curaciones. La idea era que vaya a la casa durante los 15 días de cuidados post operación, pero fui tan noble que les dio lástima devolverme a la plaza de morón. Además cuando la puerta esta abierta no quiero irme y me escondo debajo de la mesa. El tiempo pasó y llevo casi un año con esta familia que me tienen en el fondo, solito porque hay otros animales en la casa y es poco el espacio. Tengo mucho amor para dar... no quiero volver a la calle, me arreglo con poquito, solo necesito mucho amor, les pido por favor que me lleven a una casita, soy muy bueno con lo niños y muy noble, nunca se arrepentirán si me llevan porque soy muy agradecido, se que es difícil que me elijan porque todos quieren cachorros y de raza, pero tampoco es imposible... porque yo soy un perro cuya raza es mas rara de encontrar... es la de haber sufrido y peleado por estar vivo. Y la generosidad que tuvieron conmigo es la que estoy dispuesto a devolverles con lealtad y compañerismo, manteniendo mi estilo pacífico y guardián.
Apúrense! porque estoy seguro que mas de una familia, si lo piensan bien, querrá incorporarme como uno de sus integrantes. Les dejo el tel de Sara que es quien me cuida, pero ya no puede tenerme mas y me esta buscando un hogar con desesperación. .. ella hablará por mi.
Tel: 4650-7316

Muchísimas gracias... seremos grandes amigos y muy felices juntos!!!

Long Ohni

lunes, 10 de noviembre de 2008

Triste escena

Poco más de 30 años en este matrimonio y Blas persigue a su mujer por
toda la casa, ella corre y se mete al dormitorio que fue de los hijos.
Blas furioso atraviesa paredes y la provoca, diciéndole: -Mujerzuela.
Teresa contesta:- Mujerzuela será la la mujer de la esquina, esa de la
avenida Arequipa. No jodas. El sigue bajándole la moral, con insultos.
No es la primera vez que ocurre una escena así, en las últimas semanas
de este año se ha repetido.

Teresa llora, se desespera. El se va a su dormitorio, al dormitorio
matrimonial. Ella lo sigue alterada, siguen las agresiones y Teresa
coloca una de las almohadas sobre el rostro de Blas. El permanece
impávido. No dice nada. Retira la almohada Teresa. Se siente
resquebrajada. Vuelve al dormitorio de los hijos, deja la puerta
entreabierta y guarda dos cuchillos en el cajón de ropa vieja.

Julia del Prado (Perú)