domingo, 30 de noviembre de 2008

Amor platónico

Cuando el entomólogo dio por concluido su minucioso estudio de aquel extraño insecto ortóptero, nocturno y corredor, de unos tres centímetros de largo, cuerpo deprimido, aplanado, de color negro por encima y rojizo por debajo, alas y élitros rudimentarios, antenas filiformes, las seis patas casi iguales y el abdomen terminado por dos puntas articuladas, soltó su lupa sobre la mesa con gesto de satisfacción y se apresuró a coger los materiales precisos para proceder a la disección del mismo.



Sólo entonces, comprendió la pequeña cucaracha, que aquel galán de movimientos rápidos y color vítreo, húmedo y chispeante que parecía estar rodeado de albina aureola, bordeada de una corona de negros flecos, con quien había estado tratando de entablar conversación a través de un cristal durante más de 4 horas, había sido engullido por un gigante perverso que, celoso de sus ingenuos coqueteos, se disponía a abrirle el pecho para robarle la esencia de todos sus deseos y sentimientos.



Se despojó de todos sus aromas y se entregó a su destino sin la menor resistencia. Su único anhelo era reunirse con su platónico amor.


Lena

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