domingo, 30 de marzo de 2008

Pensamientos I

Quisiera no precisar del amor, no necesitar desesperadamente amar a alguien, no temer tanto a la soledad. No puedo aislarme, la esencia me grita la premura de escuchar otra voz que no sea la mía, sentir otras caricias que no provengan de mis manos, razonar otras ideas que no sean las de mi pensamiento.

Y sin embargo... soy esclavo. Cadenas invisibles me atan a un cuerpo , a una respiración, a unos sueños.

Y maldigo. Odio esta condición humana que me obliga a estar con alguien aunque no quiera, a sufrir no sólo por mí sino por quién amo y no deseo perder.

Estoy solo. La unitaria condena que no se comparte, ni se desliga, ni se elige. Y la corriente me lleva a esa playa solitaria donde lo dulce se mezcla con lo salado, donde la sed es tanta y se está rodeado por océanos.

Así, esclavo..disfrutand o el amor ...y el miedo.



Liliana Varela 2008

sábado, 29 de marzo de 2008

" Los ojos del alma"

Estaba totalmente atónita ante la noticia; su único hijo, la carne de su carne iba a morir de cáncer. Y quizás el peor de todos: un tumor cerebral, el cuál no podía ser extirpado, ni aniquilado o detenido por los modernos medicamentos.

Sólo restaba esperar un milagro o... el desenlace fatal.

Rinno podía esperar cualquier suceso durante el período de su enfermedad ; podía quedar ciego, si el tumor se extendía hacia el centro óptico; podía quedar demente, podía... ¡oh Dios ! podían sucederle tantas cosas antes, pensaba su madre Lodoisa.

Rinno tenía casi cincuenta años, era divorciado y no había tenido hijos con su ex esposa, vivía desde su divorcio --hacía más de diez años ya-- con su mamá Lodoisa . La relación entre ambos era excelente, como lo había sido siempre ya que Lodoisa fue para Rinno madre y padre a la vez, pues su padre había muerto antes de que él naciera.

Aquella noche Rinno llegó más tarde de lo acostumbrado de su trabajo; era comerciante en la ciudad pesquera de Mar del Plata y no había querido dejar de trabajar en el mercado ¿ para qué ? ¿qué bien haría la inactividad a su enfermedad ? Sólo tener más tiempo para pensar : y eso era lo que menos deseaba.

--Ven mamá siéntate, necesito hablar contigo.

Lodoisa palideció ante la sola idea de un suceso aún peor de los que ya se esperaban.

Rinno pareció notar la palidez del rostro de su madre.

--cálmate mamá, no tiene que ver con mi enfermedad --inclinó su cabeza-- o mejor dicho sí; pero no es nada malo, siéntate.

Cuando estuvo sentada frente a él, Rinno le tomó las manos entre las suyas.

--Mamá. Hoy decidí vender el negocio.

--¿qué? --se alarmó la madre--

--escucha. Pensé en las probabilidades de sobrevivir a mi enfermedad y he decidido que son muy pocas...

Su madre intentó hablar, pero Rinno la callo.

--déjame hablar mamá por favor. Venderé el negocio mañana a alguien que está muy interesado. Guardaré el 70 % en una cuenta en el banco a tu nombre, para que puedas vivir cómodamente el resto de tu vida; y ... quiero hacer un viaje.

--¿ un viaje ? ¿ pero... adónde ?

--quiero ir a Liguria, al pueblo donde está enterrado mi padre, quiero conocer la tierra en la que vivió y a sus parientes...

--Rinno...

--si ya sé --la interrumpió-- los parientes de papá nunca te aceptaron en la familia, sé que te echaron embarazada cuando papá murió en ese accidente con el barco pesquero, sé que te culparon por dejar que papá trabaje como un simple peón de ese barco teniendo todo el dinero que tenía y habiendo renunciado a él justamente por el amor de una huérfana y por el hijo que ella esperaba...

La madre asintió con la cabeza en silencio. Rinno prosiguió hablando.

--pero no me importa madre: voy a morir pronto y lo único que deseo es conocer el bello pueblo de Liguria donde fui concebido; donde está enterrado mi padre, y quiero conocer su tumba y poder llorar en ella si lo deseo...

--hijo...

--los parientes no me importan ¿ entiendes madre ? Yo no voy a reclamar nada. Es mi voluntad de moribundo. Tengo claro además que a ti no te queda nadie allí .Ya he reservado los pasajes para la semana que viene. Iremos en avión, aunque sé que no te gusta mucho la idea de volar. --le besó la frente-- entiende mamá; aquí en esta tierra que a pesar de todo nos cobijo, no tengo nada, ni esposa, ni hijos, sólo muerte... allí quizás pueda hallar mis raíces aunque no logre disfrutarlas. .. ¿ entiendes ?

La madre inclinó su cabeza. Rinno besó sus cabellos canos.

--bien mamá tengo mucho sueño, así que me voy a la cama.



Lodoisa quedó sola en el comedor. Sintió cerrar la puerta de la habitación de su hijo y llevó las manos a su rostro angustiada.

¡ Dios mio ! ¿ qué haría ahora ? ¿cómo había de pensar ella que su hijo un día quisiese conocer sus raíces y para mal de males estando enfermo y pronto a la muerte? ¿Cómo le diría qué su padre muerto nunca había existido? ¿cómo explicarle que toda su infancia había sido un invento de una madre desesperada por dar una identidad ilusoria a aquel hijo que amaba tanto? ¿cómo decirle que su verdadero padre había sido un simple trabajador del puerto de Mar del Plata con el que había tenido un corto romance recién llegada de Italia y, que para colmo la había abandonado embarazada luego de golpearla en sus muchos ratos de ebriedad ? ¿cómo explicarle que en Liguria tenía parientes que la recordarían como la " ramera " que huyó a América detrás de un sueño de triunfo y grandeza ? ¿ cómo causarle ese gran dolor encima del que ya tenía de por sí ?



Lodoisa vivió esa semana que le quedaba con hondo pesar; sentía el dilema ó no de decirle la verdad a su hijo. Se hallaba ante la espada y la pared, y a decir verdad sus setenta y cuatro años la tenían más atormentada que nunca.

Un día en que fue a buscar a Rinno a la pescadería --que ya tenía vendida al nuevo propietario -- lo encontró charlando con un canoso hombre, de gran edad, según ella calculo --debería de tener unos ochenta años pensó Lodoisa--

Rinno la abrazó en cuanto la vio.

--mamá, ven, ven, quiero presentarte a un paisano tuyo; mamá el es Grecco Benvennutto ; Grecco ella es mi mamá Lodoisa Bernecciano

Lodoisa palideció momentáneamente. El hombre extendió su mano.

--es un gusto conocerla... pero su nombre me es muy familiar.

--todos los italianos se llaman igual ¿verdad mamá? --bromeó Rinno--

--si así es --respondió Lodoisa-- si me disculpas hijo, vine sólo a decirte que ya trajeron los pasajes. Permiso. Adiós.



Se fue rápidamente ante el asombro de su hijo y el hombre junto a él.

Lodoisa caminó apresurada casi dos cuadras en dirección hacia las rocas del puerto. Llegó a un sitio apartado y elegido por ella hacia mucho tiempo ya. Se sentó sobre las rocas, clavando su fija mirada en el mar.

Recordaba cuando, teniendo 22 años decidió marchar de Liguria --a decir verdad de uno de los pueblitos más pobres y horribles anexos a Liguria-- recordó el rechazo de su padre, el lamento de su madre y la envidia de sus hermanos y hermanas ante su coraje; ya nadie quedaría vivo, presumía ella, ya que ella había sido la menor de siete hermanos; sintió nostalgias --más no arrepentimiento- - por haberse ido de allí.

Recordó al padre de Rinno --y aunque pareciera trágico se sonrió al percatarse de no recordar el nombre de aquel hombre-- ; lo había conocido pocos días después de arribar a Argentina --mientras trabajaba para una familia yendo a buscar frescos pescados al puerto-- ella hablaba muy poco castellano, pero era muy barata su mano de obra --razón por la cual había conseguido trabajo a los dos días de llegar-- él era bien parecido y a ella le había caído bien a primera vista. Su romance hubo de durar tres meses, él le enseñaba castellano y ella le daba casi todo el dinero que ganaba aguantando --claro está-- las golpizas que recibía casi a diario. Su patrona la había amenazado con echarla si seguía viniendo los días francos con esos moretones, hasta que al fin la despidió cuando se enteró que estaba embarazada y sin nadie que se hiciese cargo de ella.

Fue allí que conoció a Grecco un italiano que había llegado de su país unos años antes que ella; éste se apiadó de su historia y le consiguió trabajo en casa de una familia ; también le dijo que la amaba luego de unos meses de amistad, pero ella lo había rechazado y nunca más lo había vuelto a ver ni a saber nada de él; sólo supo que había desaparecido de la ciudad ... hasta hoy.

¿ la recordaría aún ? y si era así... ¿le contaría la verdad a Rinno? Su mente no podía soportar tanto dolor.

Pensó en hablar con Grecco... pero ¿y si él no se hubiese dado cuenta de nada? quizás ella echase las cosas más a perder aún.

Decidió ver que sucedía.

Cuando llegó a la casa Rinno estaba allí mirando los pasajes y tomando sus pastillas para el dolor de cabeza que tanto le aquejaban.

--¡ mamá ! Cómo tardaste --manifestó-- mira estuve mirando y luego de 9 horas de vuelo en avión, tenemos un barco con un recorrido de tres horas y media que nos dejara en "Scuatello" tu pueblito de Liguria ¿no es maravilloso ? --la abrazó--

--si hijo, es maravilloso --respiró aliviada mientras se abrazaba a su hijo notando que éste no sabía nada-- es maravilloso.



Abordaron el avión esa misma semana. El rostro de Lodoisa denotaba angustia interior, pero Rinno creyó que se debía a su enfermedad.

Durante el vuelo, Rinno se indispuso; Lodoisa pensó en ese instante que su hijo se moría --y en el fondo de su corazón y con intenso dolor y vergüenza a la vez "deseó" que así fuese antes, que el hecho de enfrentarse con el dolor que le esperaba--

--mamá, debo decirte algo --manifestó Rinno antes de abordar el barco que los llevaría a Scuatello.



El corazón de Lodoisa se aceleró.

--la doctora me ha dicho que es posible que lo primero que se afecte es mi visión ...

--hijo...

--no quiero que te preocupes --la interrumpió-- te lo digo para que estés preparada por si necesito tu ayuda; tu sabes mamá que queda poco tiempo y deseo pasarlo en tu pueblo, en tus orígenes

--cambió el tono de voz para volverla animada-- bueno, vamos al barco, me muero de ganas de estar en ese hermoso pueblo, recuerdo la descripción que me hacías de pequeño y siento unas ansías tremendas de ver esas aguas cristalinas, esos montes ...

--hijo, debo decirte algo...

Rinno la abrazó y luego tiernamente la miró a los ojos.

--dime lo que quieras madre, eres lo mejor de mi vida y te debo todo...

Estas palabras sirvieron para que Lodoisa callara. ¿cómo podía derrumbar ese castillo de sueños? ¿ y después ? No, era mejor no pensar en el después; pues el después aún no era.

El barco finalmente atracó en Scuatello; descendieron.

La primer lágrima de Lodoisa fue secada con bronca por su propia mano. Este era el "después". Ese pueblo horrible que ella siempre había odiado aún estaba igual. Casas pequeñas en las colinas, pobres casas, pobres calles, pobre vida.

Descendieron.

--el pueblo ha cambiado bastante hijo, está mucho más feo.

--yo lo veo hermoso madre; es tal como lo describiste.

Lodoisa quedó confundida; pero no le llevó la contra.



Se hospedaron en una pobre hostería; la única de aquel pueblo.

Lodoisa sabía que nadie debía de acordarse de ella; y que los únicos que pudiesen hacerlo estarían bien muertos ya.

Hurgando en su memoria, extrajo los restos de ese idioma nativo que hacía tantos años no practicaba.

Lo llevó a ver el pueblo.

Rinno sentía y le mostraba admiración por cada casa, persona o tienda que veía. Lodoisa se hallaba muy confundida por la actitud de su hijo.

--Madre, mira --señaló Rinno con su mano hacia una tienda antigua-- ¡es la tienda de esa familia de la que tanto me hablabas! ¡los que te criaron de pequeña!

--Rinno no, no es...

--madre, recuerdo bien todo; espérame, iré a comprar algo y vuelvo.

Quiso retenerlo pero no pudo.

Su corazón se aceleró ante la sola idea de que su hijo descubriese la verdad. ¿por qué se había dejado embarcar en esa locura ?

Rinno volvió sonriente.

--ven mamá, quieren saludarte.

--¿ qué ?

--ven, son los sobrinos nietos de los que tú conociste.

Lodoisa se dejó llevar por su hijo sin entender nada. Aquella tienda no era de ninguna familia conocida por ella.

Ante su asombro la gente la saludó y le habló sobre familiares, anécdotas y demás cosas que ella no pudo recordar.

No entendía qué sucedía; sólo veía el feliz rostro de su hijo y en cierta forma se reconfortaba.

Llegó el momento tan trágico y no esperado por Lodoisa : la visita al cementerio para ver los restos de ese "imaginario padre" que nunca había existido.

En el trayecto quiso hablarle pero en varias ocasiones Rinno la cortó mostrándole paisajes y lugares que él decía recordar, de esas maravillosas descripciones de pequeño que ella le hacía.



Llegaron. Ya nada podía detener la verdad. Rinno buscó la tumba tal cual su madre le había indicado que se encontraba años atrás.

La más bella, lujosa y grande de todo el cementerio.

Ya era el "después" pensó Lodoisa.

--Mamá allí está el nombre de papá. ¡es una tumba bella tal cual me lo dijiste! --se arrodilló frente a una de las lápidas más pobres del lugar y comenzó a llorar y a rezar al mismo tiempo--

Lodoisa creyó que su hijo se había vuelto loco.

Luego recordó lo que él le había dicho horas antes : su visión sería afectada primero. ¡Sí ! aunque le doliese aceptarlo Dios le había otorgado la disminución de su visión --o quizás locura momentánea -- para poder ver lo que él quisiese ver.

Al menos Rinno no sufriría más de lo que su propia enfermedad lo aquejaría. ¡ Sería feliz por lo que le quedaba de vida !

Se abrazó a él llorando; mientras él le explicaba que se quedarían allí hasta el final; y que se sentía tremendamente feliz de poder ver al que había sido su progenitor antes de morir.



Lodoisa lloró junto a él.

--si hijo mío, nos quedaremos el tiempo que tú desees. Mira todo lo que desees mi amor, yo estaré contigo siempre.



Rinno secó sus lágrimas y volvió a observar la tumba del que creía su padre. Se sintió feliz por su madre: su secreto no había sido descubierto --pensó-- ¿ para qué atormentarla diciéndole que él ya conocía la verdad desde hacía más de un año? ¿ para qué explicarle que un día estando con Grecco quién había vuelto a Mar del Plata a visitar parientes, éste le había contado la historia de esa mujer que amó y por la cuál había dejado la bella ciudad costera sin saber que él era su hijo?

¿ Qué sentido tenía decirle que Grecco le había hablado de esa mujer italiana que estando embarazada, pensaba "tejer" un mundo mágico para su pequeño aún por nacer y que pensaba "crearle " un mundo ideal para que no sufriese como ella?

¿ Qué más daba confesarle que Grecco al enterarse de quién era él, había prometido callar y ayudarlo en su misión; que había sido el mismo viejo italiano , quién había escrito a sus parientes en Liguria para que solicitasen la ayuda de esa familia que había demostrado conocerla al llegar?

¿Qué importaba ya que Lodoisa pensase que él quedaba ciego ó que estaba volviéndose loco, si ella --esa madre que lo había hecho vivir en una nube ideal y lo había criado con tanto amor--

ahora era feliz?

Para Rinno todo el paisaje era como el que había descripto su madre de pequeño; todo era ideal. Y la tumba de su padre era la más hermosa del cementerio.

Al fin y al cabo él estaba viendo todo con los ojos del alma, con los ojos del amor, a través de su amada madre.


Fin.

Liliana Varela 2006



miércoles, 26 de marzo de 2008

ENJAMBRE DE BESOS

Hola amiguitos, hoy os voy a contar una historia de Villa Alegre. Como vosotros sabéis, Villa Alegre es una de las aldeas más lindas de la comarca. Asentada entre un riachuelo de aguas cantarinas y un frondoso bosque de encinas, Paquito, el protagonista de nuestro relato de hoy, se sentía en ella el niño más feliz del mundo.

Sólo una cosa entristecía su vida cada año: Al terminar la recogida de la aceituna, su padre, se quedaba sin trabajo y tenía que viajar a otras tierras en busca del sustento diario para los suyos.

Como cada año, Paquito debía asistir al colegio, así que él y su madre se quedaban en el pueblo junto a la abuelita. Mamá no podía evitar que por las noches, cuando acostaba al niño y depositaba en su rostro el último beso del día, sus ojos dejasen escapar una lagrimilla. Paquito observaba en silencio cómo su madre se limpiaba a escondidas su cara mientras abandonaba la habitación. ¿Por qué llorará mamá?, se preguntaba una y otra vez mientras esperaba que el sueño cerrase sus ojos.

Una noche, el viento azotaba Villa Alegre con tanta fuerza que su infernal ruido impedía al niño conciliar el sueño. Apagados por el silbido del aire que se filtraba por las rendijas de la ventana, desde la cocina llegaron hasta él rumores de una conversación. Eran mamá y la abuelita. Ana, su madre, se quejaba de que, como cada primavera, ella se tenía que quedar sola.

-Hija, piensa que tu marido lo hace por la familia. Gracias a su trabajo, podemos vivir dignamente durante todo el año.

-Ya lo sé, mamá. Como sé que él también se siente solo allá lejos. Pero no puedo evitar pensar en él. Deseo tanto tenerlo junto a nosotros… El otro día, hablando por teléfono, noté que hablaba entre sollozos: él tampoco puede soportar vivir lejos tantos meses sin ver crecer a Paquito…

Paquito sintió que un nudo se agarraba a su garganta cuando oyó estas palabras. Sin hacer ruido, se deslizó hasta la puerta de la cocina, se asomó muy despacito y pudo observar cómo la abuelita abrazaba a mamá mientras la besaba delicadamente. Entonces comprendió que mamá, como él, también necesitaba el cariño de papá. Claro, se dijo, es que los besos de papá son tan hermosos…

A la mañana siguiente, en el colegio, el maestro les leyó un poema de una poetisa llamada Gabriela Mistral. Paquito tomó papel y lápiz, dibujó una flor y se la mostró al maestro.

-Es la flor del beso –le dijo.

-Te ha quedado muy bonita –le respondió éste.

-¿Me presta usted el libro para copiar el poema que nos ha leído?

-Claro, hijo. Tómalo.

Cuando Paquito llegó a casa iba radiante de felicidad. Se colgó del cuello de su madre y distraídamente, como sin darle importancia, depositó en sus manos una cuartilla en la que, junto a la flor del beso, se podían leer unos versos.

Mamá, sin poder evitar una lagrimilla de felicidad, los leyó en voz alta mientras el niño regaba de besos su rostro:

"Madre, madre, tú me besas,

pero yo te beso más,

y el enjambre de mis besos

no te deja ni mirar"...

Este fue el día más feliz de aquella primavera.



Manuel Cubero



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miércoles, 19 de marzo de 2008

Isla Cozumel



La luz de luna se aleja y le saboreo como azúcar amargo detenida en la lengua, la carretera es puente y el destino es la Ciudad de México. El parabrisas encierra los ecos de mi madrugada catártica y el viento helado exige al aliento una respuesta en el sentir, pero terminó en una farsa estancada cayendo como lápida.

Ahora Radiohead con ideotech se lleva algunas piezas del sentir etéreo, pero Paula se sostiene en mi oído punzando con verdades que salían versadas por en medio de las ventanas y me observo como un mudo gritándole en la memoria, fueron 6 años, esas palabras ya no están.

-¿Qué pasa?-. Tomo una foto que está en la pared y la veo, ella esta sonriendo y yo estoy atrás, estábamos en Tulum, íbamos cada 3 meses. Pongo la foto en su lugar y me siento en el sillón. Te digo sin hablar: -a mi no me pasa nada, tan solo quiero volver a ver como es que sonreías-.

Me sobra el olor de la mañana que junto con la sudada cae sobre la sala, pero se queda tu aroma y se colorea en un gris traslúcido y fugaz, después se detiene y te miras en este silencio. Tomo una naranja de la cocina, se muere a pedazos en mi boca, espero tu respuesta; pero no me dices nada, así es siempre, es esa parte que tanto cuidas…no quieres que se rompa.

Se degrada mi pensar y todo momento se repite en cada kilómetro...cala, muerde, se pasa por la nariz y la parte gástrica del sólo pensarte sube y baja por la garganta, abro la ventana del auto.

La veo caminar y el sol la reafirma, prendó un cigarro y veo que al malecón le gusta repetirse para que la costumbre pueda descansar, su boca se abre y pinta preguntas en medio de su pensar -¿crees que debamos estar aquí y ahora, hay alguna razón?-.

Veo el ferry que va a Playa Car, entonces tomo su pregunta desde del signo de interrogación, las palabras que ella buscaba se encontraron en: -creo que sí buscas razones es por que crees que pudieras estar en otro lugar-. Mi paranoia se vende fácil, prostituta.

Mientras comemos un pescado a la plancha, ella voltea y deja que el viento la atrape, ve el mar y su pie como péndulo me roza la pierna, el tiempo pasa ligero, mis manos se mueven en la mesa buscando una textura que me llame la atención, mientras el mar se mueve infinito en este azul que no para de reflejar lo que es esta reflexión del estar.

-¿Sabes? Me importa poco lo que pudieran pensar las personas que tratan de construirse conmigo-: ella se confiesa tajante, inhalo y exhalo: -¿entonces prefieres estar sola? ¿o qué crees que busco de ti?-. Voltea y suelta una mirada que mata cada palabra ya moribunda de este presente y dice: -no me lo he preguntado y no importa-. Quita su pie de mi pierna, toma el tenedor y come un pedazo de pescado.

Llevo más de 24 horas en este camino, me mata el sueño, 3 horas no son suficientes para descansar, el cigarro y las paradas al baño me mantienen con fuerza, ¿a qué vas a la Ciudad de México? ¿Qué dejaste ahí?...no lo sé, creo que extraño algunas migajas de vida.

-¿Qué te parece sí nos vamos a vivir a Isla Cozumel? con lo que juntaste de dinero vendiendo tu cámara de vídeo y sistema de edición, nos alcanza para estar algunos meses y ver que podemos hacer; al fin también puedes tomar fotografías para tratar de venderlas y es más…claro, ahí vive Tívoli, el argentino director de vídeos, sabes…tiene amigos en Playa del Carmen y quieren abrir una galería en Cozumel para lavar dinero. Ahora que quieres ser artista, nos conviene a los dos y me hace falta algo de sol-.

Levanto el churro y fumo un poco, no quiero estar aquí ahora ¿qué la mantiene aquí? mejor aún ¿qué me mantiene con ella?…Toda opinión rebota en su burbuja tan llena de lo que piensa Paula, lo que dice Paula, lo que siente Paula; en cada una de las discusiones nada termina siendo lo mismo a lo que dice la mayoría, su palabra se queda en el centro y no se mueve.

-Pues si estaría bien ir a Isla Cozumel, ya ves que Playa del Carmen está de moda. La farándula siempre buscando los lugares en dónde se puedan juntar para hacer sus porquerías de manera bohemia, elevando lo chic para aterrizarlo en un vómito provocado por la sutil burguesía… aunque algo de playa no estaría nada mal-. Ella ve a la ventana, no es la respuesta que esperaba y tira la ceniza a la calle.

Hace un día que mi paranoia se termino por hartar, la tuve que matar ayer cuando corrí y lloré por cada foto mártir, por cada foto emancipada y masoquista, el fuego comía cada textura, comía cada sombra que se pintaba de luz. Esos instantes se perdieron, la galería ardió junto con mi pasado. Tan sólo al recordar, los brazos se ponen tensos y arremeto el acelerador para tratar de escaparme de este dolor que se devuelve.

-¡Como ves che! Me compré una galería y Paula va a administrar el lugar, y nuestra primera exposición será dedicada a ti, vos sabés que se te estima viejo y aparte vos sos un buen fotógrafo, tomaté algo yo invito, a tu salud che. Vamos quita esa cara, Paula ya me habló, sigue en ese restaurante con mi amigo Serrano, está con unos patrocinadores. Ese Serrano boludo, después de que dejo de hacer música nada más se dedica a embaucar a francesas. Vos sabés, ese lugar Serrano no lo pago con sus regalías musicales. Mirá que es astuto el boludo, deberías hacer lo mismo y dejar a Paula, podrías divertirte tanto-.

Fué, track de Soda Stereo: -me embriague hasta el vacío con tu miel venenosa-, las luces de la carretera se deslizan en los procesos para olvidar y se mantienen en un una escalada, en dónde el respirar se presenta con un recuerdo fresco en la mano, después el respiro se mastica y abruptamente sale de entre la boca junto con pedazos de alma. Las luces siguen destilándose.

Paseo por el malecón y la brisa me da de lleno en la cara limpiando el presente de este instante, siento necesidad de ella o ¿es de lo que me da ella?, le llamo por teléfono: -¿Sí? bueno, ¿qué haces? aja, estás con Tivoli en la galería, ¿él ya quiere las fotos? mmm y que te parece si te digo que quiero hacerte el amor ahora, ya sé que es importante lo que estás haciendo. Bueno esta bien, que te parece sí nos vemos en la casa, si suena bien, ok…adiós-.

Paula abre las piernas y se retuerce buscando que entre en su vida, me invade en ese permiso que incluye esta noche de carne viva; sus nalgas siempre buscando esta necesidad del hacerla mía, mordiendo esa sutil idea de que la carne se otorga, y yo disfruto este momento sin dejarla respirar y me mantengo a flote en esta realidad del estar juntos.

Esta carretera que no acaba por terminarse, ahora que lo pienso y que el cd se repite; veo que el ruido tan empañado de nosotros mismos no nos dejaba ver, nos perdimos en una niebla que cubría nuestras propias inseguridades, aún hay mucha mierda por acá. El cigarro detona mi cabeza cansada.

-Me preguntas ¿porqué soy tan fatalista?, ¿qué es lo que quieres que responda? se nos acaba el dinero y tu en este mundo del relacionarte por conveniencia y saber que entre favor y favor te vas dejando-, no me contestas Paula y te ves en el espejo, te arreglas y te pregunto ¿qué ves?, sí sabes que ese Tivoli me caga y te presentas como su mejor amiga ¿qué haces aquí conmigo? muévete y quita esa cara fruncida que ya no te funciona, ese enojo en silencio que te escuda como desde el principio.

- Oiga ¿le puedo tomar una fotografía?, a ver ¿cómo es que se llama?-, orgullosa contesta: -me llamo Paula y no me pidas el teléfono que no te lo voy a dar-, ella voltea y sigue viendo su revista, sentada sobre una silla de la cafetería recarga sus pies sobre otra silla, la falda le vuela y deja entrever sus torneadas piernas.

-Sabe tiene una expresión muy dura en su cara, proyecta muy bien su historia, aunque puede que sea una mentira, casi siempre pasa así con las caras sufridas-. Se sorprende y baja los pies de la silla, se sostiene del piso y dice: -¿Y cómo lo sabes? No me conoces siquiera-.

Miro a la cámara y cambio el diafragma: - Lo único que sé, es que cuando se queme esta fotografía usted dejará de ser una mentira-. Ella abre sus ojos, se espanta de mi respuesta, pereciera ser como sí ya la hubiera escuchado en algún momento que aún no ha pasado, me río y sé que puedo vivir con eso por ahora.

El concreto me raspa en cada grito de vida que no he dado, tan inerte estoy en este recorrido que mi voz ya se trozó de adentro; en algún momento traté de detener mi fatalidad pero siempre fue más fuerte esta idea del saberte Paula, saberte tan en control de lo que haces y de todo lo que te rodea, fuiste tan inmune a nosotros, que nada más me dejaste una llave que me empuja a esta salida.
-Soñando siempre te quedas soñando, te quedas viendo al piso ¿qué ves? si no hay nada-, la volteo a ver y su cara encajada, no me entiende, le preocupa el no controlar lo que estoy pensando y le digo: -pues estoy viendo la posibilidad de que este instante se convierta en memoria, para que después pueda recordarte, seguro llegará en su momento, pero ahora no hay por que preocuparse- .

Paula tira el cigarro, lo aplasta con el pie, se levanta y frota sus piernas: -siempre te quedas en el bla, bla ,bla...me das güeva, voy con Tívoli ¿no quieres ir?, aprovechas y te tomas una cerveza, te fumas un churro y nos evadimos de nosotros dos, ¿qué te parece?, así hablamos de la inauguración de tu obra.-

-No es mala idea vamos-. Quiero evadirme.

Me quedo colgado de la calle mal iluminada que nos sigue con el bochorno del caminar, el óxido de las láminas que cubren algunas tiendas me enseñan el paso del tiempo. -Se me antojo un refresco oxidado-: le digo. Ella se sonríe nada más, escucho nuestros pasos que ya van más adelante, truco del venir con algunos grados de alcohol encima. La humedad juega con cada paso que se mueve seco y con ganas de escaparse del vapor nocturno de Cozumel. De entre los árboles se oyen algunas voces y música, no hay nada que decir, el momento habla por sí sólo. Cada quien va en su camino, no hay para dónde dar vuelta, vamos bien derecho pero no sabemos a dónde.

Me falta un día para la inauguración, nunca la necesite, es un proyecto de Paula y Tívoli, le veo ahora y es que no me importa, acabo de regresar de la galería, los deje ahí platicando a los dos; pero ahora me conforto en el cinismo del saber que es lo que necesito, la verdad apareció y nos reímos los dos. Me tomo de la garganta y la saciedad del presente en dónde no quiero estar me lleva de la mano para preguntar, ¿cómo es que el límite de lo que soy se queda en la frontera de lo que ella quiere mirar, como se lo permití?.

Miro la cámara sobre el sillón de la sala, la recojo y voy hacia la ventana, esta el malecón de frente, pongo la cámara como extensión de lo que se mira y miro, ahí esta ella con Tívoli, es así como me lo presentaron, un gran hijo de puta mentiroso; les tomo una foto, es real, él le toma de la cintura y ella se regodea con una fácil sonrisa, se dan un beso.

Llega la culpa y no la dejo entrar, es la circunstancia, lo sabía desde que llegamos a Cozumel, al saberlo, sí al saberlo me ofrecí en sacrifico para quitarme tanta mierda que me ha seguido desde que me hice consciente de quien soy, todo gracias a Paula, es más, se lo agradezco en verdad.

Ahora nada más me quiero quedar con esta cámara, empiezo a hacer maletas, no hay mucho que llevar. Pero todavía me falta por hacer en Cozumel.

Miro el retrovisor y mi barba crecida me delata, es que me da risa ver que todo lo que ha pasado no es más que algo que necesitaba, ahora más ligero empiezo a disfrutar la carretera.

-Qué te pasa, ¿a dónde vas?, te quieres escapar de lo que eres, puto de vida, puto de mierda, la inauguración es mañana-. No digo nada, en el grito esta la verdad que se viene, es lo que ella necesita para saberse castradora. Soy su parte cómoda, nunca he visto del por que me necesita y nunca me lo dijo.

–La inauguración es lo más importante que te ha pasado, y así sin explicaciones huyes, te vas, no ves que todo lo hice por ti-. Y es que siento que no le creo nada, me da risa; la tarde se construye nublada, parece hay tormenta esta noche, algunos zancudos nos hacen compañía.

–Es por eso que ahora estoy Tívoli-, es la sentencia, su cabello chino se detiene en sus manos: -es que no sabes lo que quieres, él si lo sabe y yo también, sabemos lo que queremos de esta vida-, cambia de tonada y voltea la ventana, se cruza de brazos y llora: –después de la presentación te lo iba a decir, tu me trajiste aquí y en verdad te deseo lo mejor-.

De ahí es el rostro duro, ella en el saberse parte de algo que no controla se convierte en frágil dureza, pero no importa, hay ligereza en nuestro contexto.

Entra como respiro una llamada a su celular, Paula contesta -¿Cómo?, ¿la policía? que se quemó la galería y todo lo que había en su interior, las fotos estaban ahí...-, golpea sus piernas con la palma de las manos y cambia teatralmente de estado, grita: -Busquen a Tívoli, como que no lo encuentran, que la puta madre, pues no lo sé, hablen con Serrano-. Paula se tira sobre el sillón y cuelga, entre sollozos alcanzo a escuchar: -se acabó todo-.

Mi aliento se pierde en el mareo, la última pieza ya está, la satisfacción de este momento es total, me doy la vuelta y se que ya no quiero estar con ella, con lo que me queda de fuerza abro la puerta; reviro y la veo estática, sentada en el sillón le explota la quijada, autista la dejo y me voy para la galería.

Dejo de acelerar y las llantas sobre la carretera me lo agradecen; nada es tan sagrado como la tranquilidad del saberme adentro del futuro que aún no esta. Cozumel se viene con Cerati y las bocinas me llevan en sintonía con cada partitura convertida en camino.

Llego a la galería y no necesito explicaciones, esperé a que Paula y Tívoli se despidieran, seguí a Tivoli a la galería y hace tres horas que todo arde gracias a mi ansiedad convertida en cerillos tan llenos de destino, a Tívoli lo golpee hasta que me canse, no se lo esperaba. Regresé a la casa, ella vio las maletas sobre la cama y me empezó a reclamar.

Ahora veo el resultado, ya apagaron el fuego y la estructura de la galería quedó a la mitad, los tablones se humean desde el carbón y el olor a humedad quemada hace que se cierre mi garganta. Hablo con la persona de la aseguradora, le digo que mis fotos estaban ahí, mañana era la inauguración. Me dice que Tívoli está desaparecido, desde que empezó el siniestro lo han estado buscando, parece que todo fue provocado; sospechan de que Tívoli quería cobrar el seguro por más de 5 millones de pesos, pero al revisar los datos en su casa, el señor no existe en Argentina, el pasaporte es falso y le creyeron gracias a las recomendaciones de su amigo Serrano; pero ahora que revisan en el consulado argentino ven que nunca ingreso a este país con ese nombre.

-La albacea es una tal Paula, la conoce-: me pregunta: -si, era parte de la organización para la exposición. Ella ha de estar en su departamento aquí en Cozumel-. Le doy el teléfono, me siento sobre la banqueta mientras todo sigue, me siento mareado y sé que nadie sabía quién era Tívoli y así se queda, él y la nada se degradan de a poco en la memoria; ya que al igual que yo, los dos ya no estamos en el pasado. No me importa que piensa Paula, seguro ella no lo sabía, veo que la desgracia recayó en esto que nos hacía falta para avanzar.

Me sale un grito desde el estómago y me doblo, a pesar de que podría estar feliz con lo que ha pasado, me duele…todas mis ganas masoquistas querían que esto ocurriera; pero no puedo contenerme y de mi boca sale vómito que se esparce con lágrimas por el piso, me levanto como puedo y camino con fuerza, es el pasado que me empuja, siento el viento salino que se corroe de a poco por el rostro, veo intermitente que la tarde que se sienta a esperar y el espejo que se viste de mar lo acompaña; jadeo y las piernas piden que pare, el sudor se mete hasta la ingle, mi cabeza otra vez: -jala aire y siente, ve como todo lo que habías construido se fue con un simple soplo de verdad, ¿de qué te escapas, no es lo que querías?-.

No me doy cuenta y recorro todo el malecón. Llegué a la playa, me aviento todo cansando a la arena, la toco y es que todo explota en cada gota de sudor que se va mezclando con cada piedra arenosa. Escucho mi respiración, el pulso se intensifica y como de la arena. La lengua y los dientes pesados tratan de pasarla a la garganta y es que ya no quiero sentir esta puta ansiedad.

Hasta ahora es que puedo calmarme, todo el camino por esta carretera he estado escapándome. Respiro, de entre los restos quedaba una foto, es la primera que tome y no había nada más que miradas sobre la calle de Madero en el centro de la Ciudad de México, gente caminando sin buscar nada más que estar. Atrás la torre latinoamericana, estática, inerte de toda humanidad que pasa; así me siento ahora que me quite de todo pasado, es con lo que me quedo: miradas que me dicen quien soy.

Esto de quemar la galería y de dejar a Tívoli dentro, no me deja más que decirle a su hermana que vive en la Ciudad de México que el señor ha muerto. Brenda Gertz gracias por todo, no sé que hubiera pasado sí es que no contesto tu llamada buscando a Gerardo Gertz. Encontré una razón para romper con todo cuando te contesté en la galería un día antes de la inauguración.

La miedo ya no está, gracias Isla Cozumel.

Andrés V. Elizondo
Marzo 2008

viernes, 14 de marzo de 2008

volver atras...



Las escaleras conforme subía, hacían denotar la poca preocupación por la limpieza de esa pequeña casa, las cortinas sucias, el baño mal oliente y el olor a encierro generaban en el ambiente un hedor insufrible, era tarde y las pocas pertenencias reflejaban pobreza.

Los gatos al notar su presencia corrieron a refugiarse.

.- Hay alguien en casa?.- preguntó con casi un murmullo, sin recibir respuesta.

Lentamente, un poco vacilante, el hombre daba cada paso como si temiera despertar a alguien…, de pronto se encontró frente a una puerta arañada, golpeando bajo, nuevamente sin respuesta, su seño se frunció en una interrogante.

.- qué le habrá pasado?.-, se preguntó.

Abrió la puerta y se encontró con una anciana durmiendo placidamente en una pequeña cama, era su madre a quien no veía hace algunas semanas, se acercó he intentó despertarla de su sueño, pero a los pocos instantes notó con horror que no respondía, yacía muerta, la sacudió con fuerzas y un gato salió de entre las ropas con el hocico ensangrentado, al destaparla miró algo que jamás se esperó, el maldito gato le había comido la mitad de la mano, comenzó a llorar, .- porqué!!!??.- gritaba y lloraba, ya era tarde…

No podía entender el tiempo que dejó pasar antes de visitarla, las reuniones, las invitaciones, las mujeres, los amigos, todo fue una justificación para no verla, pero era tan simple, ahora la veía ahí, inerte, tan frágil, tan abandonada, tan sola, solo con la compañía de sus gatos, esos malditos gatos, vieja, sin vida y sin una palabra de perdón por su culpable descuido, ya era tarde, para llorar…demasiado tarde…

Rosa Espinosa

martes, 4 de marzo de 2008

Naviera

—Sí. Vamos a salir, a una fiesta. Otra fiesta sí, tenemos que conectarnos ¿Te creés que me gusta pegarme una sonrisa, como el Jocker, agradeciendo, admirando, sobando egos?¿Qué culpa tengo que tu padre nos haya abandonado?
—A mí no me abandonó. Hoy estuve con él. Dice que me quiere. La semana que viene salimos al cine —El chico está harto de siempre la misma charla. Qué culpa tiene que se odien, por qué le cagan la vida, sus doce años como botín de guerra. Qué le quieren mostrar, si él lo vio todo.
—¿Y con eso se cree, ese hijo de puta, que paga su culpa?¿Y a mí qué? Qué me importa que se rompía el culo trabajando —adornando, apretando, sobornando—, perro de presa de algún poderoso, que la plata le costaba sangre. ¿Con quién me casé yo, con un jubilado?¿Con quién se casó el, con una villera?¿Manejarme los gastos a mí, que le ayudé a abrir puertas, a vaciar bolsillos, a trepar? Decí que con el divorcio lo dejé jadeando, y no terminé. Pero ahora estamos solos, vos y yo, y tengo que buscarte un padre. Y un macho para mí. Así te lo digo, que con tus doce años ya tenés que saber las cosas por su nombre, para eso te mando jornada completa al mejor secundario del barrio. A vos te pido que no jodas, que no me boicoteés, dejame laburar y cerrá el pico.
—Pero me quedo en casa, veo tele y me duermo...
—Sólo en casa ni en joda, que si mi ex lo descubre me saca todo. Y una nurse, a tus doce, la última vez tuve que venir de raje, la mujer histérica, que la drogaste, que la manoseaste, que la violaste, con qué, digo yo, pero tuve que pagar para callarla. Así que ahora venís conmigo.

*

—(Ya estamos. Dale no te hagás el boludo. Acordate de lo que te dije. No me jodas, a menos que sea grave, en ese caso haceme señas, no vengas que me quemás)¡Hola! ¡Que gusto! ¡Smack!¡Chuick! (Dale, metete, Allá están los chicos)... Sí, vine con mi sobrinito, le hago de cuidadora a mi hermana....Ché , ¿Y cómo está el ambiente?¿un empresario, un rugbbier y un científico? Claro, ese montón por el empresario qué de putas que hay hoy. Me voy a hacer ver, pero no me voy a devaluar acercándome.. . ¿ese es el científico? Y bueno, no se puede todo, capaz que está descubriendo un nuevo gen que lo llena de guita, me voy a acercar... Un plomo che, estudia las estrellas. Voy a mirar por otro lado... ¡Un favor de amiga, che! Me levanté al ropero, qué querés, lo toqué y me hice agua. Así no voy a hacer negocio nunca, pero una es de carne, yo también necesito un papi. Haceme un favor: si no vine para cuando te vas llevate al chico. Si, es mi hijo pero qué querés, así de golpe me saca puntos. Sí, ese flaco desorbitado por la rubia, cuando pueda lo paso a buscar, dejame tu dirección. Decile que lo quiero.


© Carlos Adalberto Fernández