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miércoles, 19 de marzo de 2008
Isla Cozumel
La luz de luna se aleja y le saboreo como azúcar amargo detenida en la lengua, la carretera es puente y el destino es la Ciudad de México. El parabrisas encierra los ecos de mi madrugada catártica y el viento helado exige al aliento una respuesta en el sentir, pero terminó en una farsa estancada cayendo como lápida.
Ahora Radiohead con ideotech se lleva algunas piezas del sentir etéreo, pero Paula se sostiene en mi oído punzando con verdades que salían versadas por en medio de las ventanas y me observo como un mudo gritándole en la memoria, fueron 6 años, esas palabras ya no están.
-¿Qué pasa?-. Tomo una foto que está en la pared y la veo, ella esta sonriendo y yo estoy atrás, estábamos en Tulum, íbamos cada 3 meses. Pongo la foto en su lugar y me siento en el sillón. Te digo sin hablar: -a mi no me pasa nada, tan solo quiero volver a ver como es que sonreías-.
Me sobra el olor de la mañana que junto con la sudada cae sobre la sala, pero se queda tu aroma y se colorea en un gris traslúcido y fugaz, después se detiene y te miras en este silencio. Tomo una naranja de la cocina, se muere a pedazos en mi boca, espero tu respuesta; pero no me dices nada, así es siempre, es esa parte que tanto cuidas…no quieres que se rompa.
Se degrada mi pensar y todo momento se repite en cada kilómetro...cala, muerde, se pasa por la nariz y la parte gástrica del sólo pensarte sube y baja por la garganta, abro la ventana del auto.
La veo caminar y el sol la reafirma, prendó un cigarro y veo que al malecón le gusta repetirse para que la costumbre pueda descansar, su boca se abre y pinta preguntas en medio de su pensar -¿crees que debamos estar aquí y ahora, hay alguna razón?-.
Veo el ferry que va a Playa Car, entonces tomo su pregunta desde del signo de interrogación, las palabras que ella buscaba se encontraron en: -creo que sí buscas razones es por que crees que pudieras estar en otro lugar-. Mi paranoia se vende fácil, prostituta.
Mientras comemos un pescado a la plancha, ella voltea y deja que el viento la atrape, ve el mar y su pie como péndulo me roza la pierna, el tiempo pasa ligero, mis manos se mueven en la mesa buscando una textura que me llame la atención, mientras el mar se mueve infinito en este azul que no para de reflejar lo que es esta reflexión del estar.
-¿Sabes? Me importa poco lo que pudieran pensar las personas que tratan de construirse conmigo-: ella se confiesa tajante, inhalo y exhalo: -¿entonces prefieres estar sola? ¿o qué crees que busco de ti?-. Voltea y suelta una mirada que mata cada palabra ya moribunda de este presente y dice: -no me lo he preguntado y no importa-. Quita su pie de mi pierna, toma el tenedor y come un pedazo de pescado.
Llevo más de 24 horas en este camino, me mata el sueño, 3 horas no son suficientes para descansar, el cigarro y las paradas al baño me mantienen con fuerza, ¿a qué vas a la Ciudad de México? ¿Qué dejaste ahí?...no lo sé, creo que extraño algunas migajas de vida.
-¿Qué te parece sí nos vamos a vivir a Isla Cozumel? con lo que juntaste de dinero vendiendo tu cámara de vídeo y sistema de edición, nos alcanza para estar algunos meses y ver que podemos hacer; al fin también puedes tomar fotografías para tratar de venderlas y es más…claro, ahí vive Tívoli, el argentino director de vídeos, sabes…tiene amigos en Playa del Carmen y quieren abrir una galería en Cozumel para lavar dinero. Ahora que quieres ser artista, nos conviene a los dos y me hace falta algo de sol-.
Levanto el churro y fumo un poco, no quiero estar aquí ahora ¿qué la mantiene aquí? mejor aún ¿qué me mantiene con ella?…Toda opinión rebota en su burbuja tan llena de lo que piensa Paula, lo que dice Paula, lo que siente Paula; en cada una de las discusiones nada termina siendo lo mismo a lo que dice la mayoría, su palabra se queda en el centro y no se mueve.
-Pues si estaría bien ir a Isla Cozumel, ya ves que Playa del Carmen está de moda. La farándula siempre buscando los lugares en dónde se puedan juntar para hacer sus porquerías de manera bohemia, elevando lo chic para aterrizarlo en un vómito provocado por la sutil burguesía… aunque algo de playa no estaría nada mal-. Ella ve a la ventana, no es la respuesta que esperaba y tira la ceniza a la calle.
Hace un día que mi paranoia se termino por hartar, la tuve que matar ayer cuando corrí y lloré por cada foto mártir, por cada foto emancipada y masoquista, el fuego comía cada textura, comía cada sombra que se pintaba de luz. Esos instantes se perdieron, la galería ardió junto con mi pasado. Tan sólo al recordar, los brazos se ponen tensos y arremeto el acelerador para tratar de escaparme de este dolor que se devuelve.
-¡Como ves che! Me compré una galería y Paula va a administrar el lugar, y nuestra primera exposición será dedicada a ti, vos sabés que se te estima viejo y aparte vos sos un buen fotógrafo, tomaté algo yo invito, a tu salud che. Vamos quita esa cara, Paula ya me habló, sigue en ese restaurante con mi amigo Serrano, está con unos patrocinadores. Ese Serrano boludo, después de que dejo de hacer música nada más se dedica a embaucar a francesas. Vos sabés, ese lugar Serrano no lo pago con sus regalías musicales. Mirá que es astuto el boludo, deberías hacer lo mismo y dejar a Paula, podrías divertirte tanto-.
Fué, track de Soda Stereo: -me embriague hasta el vacío con tu miel venenosa-, las luces de la carretera se deslizan en los procesos para olvidar y se mantienen en un una escalada, en dónde el respirar se presenta con un recuerdo fresco en la mano, después el respiro se mastica y abruptamente sale de entre la boca junto con pedazos de alma. Las luces siguen destilándose.
Paseo por el malecón y la brisa me da de lleno en la cara limpiando el presente de este instante, siento necesidad de ella o ¿es de lo que me da ella?, le llamo por teléfono: -¿Sí? bueno, ¿qué haces? aja, estás con Tivoli en la galería, ¿él ya quiere las fotos? mmm y que te parece si te digo que quiero hacerte el amor ahora, ya sé que es importante lo que estás haciendo. Bueno esta bien, que te parece sí nos vemos en la casa, si suena bien, ok…adiós-.
Paula abre las piernas y se retuerce buscando que entre en su vida, me invade en ese permiso que incluye esta noche de carne viva; sus nalgas siempre buscando esta necesidad del hacerla mía, mordiendo esa sutil idea de que la carne se otorga, y yo disfruto este momento sin dejarla respirar y me mantengo a flote en esta realidad del estar juntos.
Esta carretera que no acaba por terminarse, ahora que lo pienso y que el cd se repite; veo que el ruido tan empañado de nosotros mismos no nos dejaba ver, nos perdimos en una niebla que cubría nuestras propias inseguridades, aún hay mucha mierda por acá. El cigarro detona mi cabeza cansada.
-Me preguntas ¿porqué soy tan fatalista?, ¿qué es lo que quieres que responda? se nos acaba el dinero y tu en este mundo del relacionarte por conveniencia y saber que entre favor y favor te vas dejando-, no me contestas Paula y te ves en el espejo, te arreglas y te pregunto ¿qué ves?, sí sabes que ese Tivoli me caga y te presentas como su mejor amiga ¿qué haces aquí conmigo? muévete y quita esa cara fruncida que ya no te funciona, ese enojo en silencio que te escuda como desde el principio.
- Oiga ¿le puedo tomar una fotografía?, a ver ¿cómo es que se llama?-, orgullosa contesta: -me llamo Paula y no me pidas el teléfono que no te lo voy a dar-, ella voltea y sigue viendo su revista, sentada sobre una silla de la cafetería recarga sus pies sobre otra silla, la falda le vuela y deja entrever sus torneadas piernas.
-Sabe tiene una expresión muy dura en su cara, proyecta muy bien su historia, aunque puede que sea una mentira, casi siempre pasa así con las caras sufridas-. Se sorprende y baja los pies de la silla, se sostiene del piso y dice: -¿Y cómo lo sabes? No me conoces siquiera-.
Miro a la cámara y cambio el diafragma: - Lo único que sé, es que cuando se queme esta fotografía usted dejará de ser una mentira-. Ella abre sus ojos, se espanta de mi respuesta, pereciera ser como sí ya la hubiera escuchado en algún momento que aún no ha pasado, me río y sé que puedo vivir con eso por ahora.
El concreto me raspa en cada grito de vida que no he dado, tan inerte estoy en este recorrido que mi voz ya se trozó de adentro; en algún momento traté de detener mi fatalidad pero siempre fue más fuerte esta idea del saberte Paula, saberte tan en control de lo que haces y de todo lo que te rodea, fuiste tan inmune a nosotros, que nada más me dejaste una llave que me empuja a esta salida.
-Soñando siempre te quedas soñando, te quedas viendo al piso ¿qué ves? si no hay nada-, la volteo a ver y su cara encajada, no me entiende, le preocupa el no controlar lo que estoy pensando y le digo: -pues estoy viendo la posibilidad de que este instante se convierta en memoria, para que después pueda recordarte, seguro llegará en su momento, pero ahora no hay por que preocuparse- .
Paula tira el cigarro, lo aplasta con el pie, se levanta y frota sus piernas: -siempre te quedas en el bla, bla ,bla...me das güeva, voy con Tívoli ¿no quieres ir?, aprovechas y te tomas una cerveza, te fumas un churro y nos evadimos de nosotros dos, ¿qué te parece?, así hablamos de la inauguración de tu obra.-
-No es mala idea vamos-. Quiero evadirme.
Me quedo colgado de la calle mal iluminada que nos sigue con el bochorno del caminar, el óxido de las láminas que cubren algunas tiendas me enseñan el paso del tiempo. -Se me antojo un refresco oxidado-: le digo. Ella se sonríe nada más, escucho nuestros pasos que ya van más adelante, truco del venir con algunos grados de alcohol encima. La humedad juega con cada paso que se mueve seco y con ganas de escaparse del vapor nocturno de Cozumel. De entre los árboles se oyen algunas voces y música, no hay nada que decir, el momento habla por sí sólo. Cada quien va en su camino, no hay para dónde dar vuelta, vamos bien derecho pero no sabemos a dónde.
Me falta un día para la inauguración, nunca la necesite, es un proyecto de Paula y Tívoli, le veo ahora y es que no me importa, acabo de regresar de la galería, los deje ahí platicando a los dos; pero ahora me conforto en el cinismo del saber que es lo que necesito, la verdad apareció y nos reímos los dos. Me tomo de la garganta y la saciedad del presente en dónde no quiero estar me lleva de la mano para preguntar, ¿cómo es que el límite de lo que soy se queda en la frontera de lo que ella quiere mirar, como se lo permití?.
Miro la cámara sobre el sillón de la sala, la recojo y voy hacia la ventana, esta el malecón de frente, pongo la cámara como extensión de lo que se mira y miro, ahí esta ella con Tívoli, es así como me lo presentaron, un gran hijo de puta mentiroso; les tomo una foto, es real, él le toma de la cintura y ella se regodea con una fácil sonrisa, se dan un beso.
Llega la culpa y no la dejo entrar, es la circunstancia, lo sabía desde que llegamos a Cozumel, al saberlo, sí al saberlo me ofrecí en sacrifico para quitarme tanta mierda que me ha seguido desde que me hice consciente de quien soy, todo gracias a Paula, es más, se lo agradezco en verdad.
Ahora nada más me quiero quedar con esta cámara, empiezo a hacer maletas, no hay mucho que llevar. Pero todavía me falta por hacer en Cozumel.
Miro el retrovisor y mi barba crecida me delata, es que me da risa ver que todo lo que ha pasado no es más que algo que necesitaba, ahora más ligero empiezo a disfrutar la carretera.
-Qué te pasa, ¿a dónde vas?, te quieres escapar de lo que eres, puto de vida, puto de mierda, la inauguración es mañana-. No digo nada, en el grito esta la verdad que se viene, es lo que ella necesita para saberse castradora. Soy su parte cómoda, nunca he visto del por que me necesita y nunca me lo dijo.
–La inauguración es lo más importante que te ha pasado, y así sin explicaciones huyes, te vas, no ves que todo lo hice por ti-. Y es que siento que no le creo nada, me da risa; la tarde se construye nublada, parece hay tormenta esta noche, algunos zancudos nos hacen compañía.
–Es por eso que ahora estoy Tívoli-, es la sentencia, su cabello chino se detiene en sus manos: -es que no sabes lo que quieres, él si lo sabe y yo también, sabemos lo que queremos de esta vida-, cambia de tonada y voltea la ventana, se cruza de brazos y llora: –después de la presentación te lo iba a decir, tu me trajiste aquí y en verdad te deseo lo mejor-.
De ahí es el rostro duro, ella en el saberse parte de algo que no controla se convierte en frágil dureza, pero no importa, hay ligereza en nuestro contexto.
Entra como respiro una llamada a su celular, Paula contesta -¿Cómo?, ¿la policía? que se quemó la galería y todo lo que había en su interior, las fotos estaban ahí...-, golpea sus piernas con la palma de las manos y cambia teatralmente de estado, grita: -Busquen a Tívoli, como que no lo encuentran, que la puta madre, pues no lo sé, hablen con Serrano-. Paula se tira sobre el sillón y cuelga, entre sollozos alcanzo a escuchar: -se acabó todo-.
Mi aliento se pierde en el mareo, la última pieza ya está, la satisfacción de este momento es total, me doy la vuelta y se que ya no quiero estar con ella, con lo que me queda de fuerza abro la puerta; reviro y la veo estática, sentada en el sillón le explota la quijada, autista la dejo y me voy para la galería.
Dejo de acelerar y las llantas sobre la carretera me lo agradecen; nada es tan sagrado como la tranquilidad del saberme adentro del futuro que aún no esta. Cozumel se viene con Cerati y las bocinas me llevan en sintonía con cada partitura convertida en camino.
Llego a la galería y no necesito explicaciones, esperé a que Paula y Tívoli se despidieran, seguí a Tivoli a la galería y hace tres horas que todo arde gracias a mi ansiedad convertida en cerillos tan llenos de destino, a Tívoli lo golpee hasta que me canse, no se lo esperaba. Regresé a la casa, ella vio las maletas sobre la cama y me empezó a reclamar.
Ahora veo el resultado, ya apagaron el fuego y la estructura de la galería quedó a la mitad, los tablones se humean desde el carbón y el olor a humedad quemada hace que se cierre mi garganta. Hablo con la persona de la aseguradora, le digo que mis fotos estaban ahí, mañana era la inauguración. Me dice que Tívoli está desaparecido, desde que empezó el siniestro lo han estado buscando, parece que todo fue provocado; sospechan de que Tívoli quería cobrar el seguro por más de 5 millones de pesos, pero al revisar los datos en su casa, el señor no existe en Argentina, el pasaporte es falso y le creyeron gracias a las recomendaciones de su amigo Serrano; pero ahora que revisan en el consulado argentino ven que nunca ingreso a este país con ese nombre.
-La albacea es una tal Paula, la conoce-: me pregunta: -si, era parte de la organización para la exposición. Ella ha de estar en su departamento aquí en Cozumel-. Le doy el teléfono, me siento sobre la banqueta mientras todo sigue, me siento mareado y sé que nadie sabía quién era Tívoli y así se queda, él y la nada se degradan de a poco en la memoria; ya que al igual que yo, los dos ya no estamos en el pasado. No me importa que piensa Paula, seguro ella no lo sabía, veo que la desgracia recayó en esto que nos hacía falta para avanzar.
Me sale un grito desde el estómago y me doblo, a pesar de que podría estar feliz con lo que ha pasado, me duele…todas mis ganas masoquistas querían que esto ocurriera; pero no puedo contenerme y de mi boca sale vómito que se esparce con lágrimas por el piso, me levanto como puedo y camino con fuerza, es el pasado que me empuja, siento el viento salino que se corroe de a poco por el rostro, veo intermitente que la tarde que se sienta a esperar y el espejo que se viste de mar lo acompaña; jadeo y las piernas piden que pare, el sudor se mete hasta la ingle, mi cabeza otra vez: -jala aire y siente, ve como todo lo que habías construido se fue con un simple soplo de verdad, ¿de qué te escapas, no es lo que querías?-.
No me doy cuenta y recorro todo el malecón. Llegué a la playa, me aviento todo cansando a la arena, la toco y es que todo explota en cada gota de sudor que se va mezclando con cada piedra arenosa. Escucho mi respiración, el pulso se intensifica y como de la arena. La lengua y los dientes pesados tratan de pasarla a la garganta y es que ya no quiero sentir esta puta ansiedad.
Hasta ahora es que puedo calmarme, todo el camino por esta carretera he estado escapándome. Respiro, de entre los restos quedaba una foto, es la primera que tome y no había nada más que miradas sobre la calle de Madero en el centro de la Ciudad de México, gente caminando sin buscar nada más que estar. Atrás la torre latinoamericana, estática, inerte de toda humanidad que pasa; así me siento ahora que me quite de todo pasado, es con lo que me quedo: miradas que me dicen quien soy.
Esto de quemar la galería y de dejar a Tívoli dentro, no me deja más que decirle a su hermana que vive en la Ciudad de México que el señor ha muerto. Brenda Gertz gracias por todo, no sé que hubiera pasado sí es que no contesto tu llamada buscando a Gerardo Gertz. Encontré una razón para romper con todo cuando te contesté en la galería un día antes de la inauguración.
La miedo ya no está, gracias Isla Cozumel.
Andrés V. Elizondo
Marzo 2008
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