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viernes, 5 de octubre de 2007
La fiesta
¿Quién dijo que la plata no hace la felicidad?
Allí están ellos dos, juntos, muy a mi pesar pero no importa; ya lograré sobrevivir a este suceso.
Aún lo amo, es verdad y él es de ella, ya lo sé.
Los dos se rieron de mí y aún lo continúan haciendo, no a mis espaldas sino frente a mí, en mi cara.
No voy a dejar que el dolor enturbie mi visión, seré fuerte.
Todo el mundo se ha congregado en esta fastuosa fiesta, incluso hasta el gobernador. ¡Sí que han llegado a las altas esferas esos dos!
Se casaron hace muy poco y ya festejan otra fiesta más.
A la primera no asistí; estaba enferma pero enferma de ira y coraje.
¡Los hubiese matado con mis propias manos! A ella principalmente, mi “supuesta” mejor amiga, la que robó el amor del único hombre que amé en toda mi vida.
Ya sé que él era mi amigo y nada más; sé que me había confesado que me veía sólo como una hermana y no como mujer…pero a ella…a esa maldita perra, en cuanto la conoció se prendó de ella; y ella, sabiendo lo que yo sentía por él, le correspondió con la tonta excusa de ignorar mis sentimientos.
¡Maldita arpía! Lo quiso y lo tuvo….y yo, tuve que fingir que toleraba la situación para no perder la amistad de él.
Estallé cuando se casaron, por ello enfermé, pero logré rehabilitarme, salir y gritarle a ambos el odio que sentía por ellos.
Me pidieron disculpas, me rogaron perdón pero…era tarde ¡Qué importa ya!
La cosa es que los observo ahora…Están juntos; todos visten formalmente y los saludan. ¡Claro, son el centro de atención!
Aunque ellos no me ven, yo sí los veo; juntos, asidos, como amantes…
Creo que debo irme, algunos se han percatado de mi presencia y ya empiezan a chismosear entre ellos. Seguramente querrán echarme de esta fiesta.
Ya me iré…aunque deseo disfrutar con fina morbosidad la situación.
Allí vienen por mí…
Está bien, me iré con ellos.
--Bien, voy con Ustedes. Mis saludos a los anfitriones…- -digo, mientras los dos hombres me toman por los brazos—
--¡¡ Dios mío!! Menos mal que avisé a la policía, la andaban buscando desde ayer –exclamó la mujer del salón—Esa maldita demente asesinó a mi sobrina y su marido y tuvo el tupé de venir a su funeral. Está realmente loca.
Liliana Varela 2007
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