Quiero una expedición que rastree el cosmos, en cohetes robots y tripulados. Será misión de paz o que vayan prudentemente armados.
Que busquen huellas, residuos, restos, evidencia. Que busquen mi universo, el de mi niñez, mi adolescencia. Quiero que me lo devuelvan o traigan referencias; por qué, cómo fue, que enemigo volvió polvo lo que del polvo vino
Que vayan arqueólogos, geólogos, antropólogos, detectives por si acaso. Que las víctimas hablen, nos cuenten qué pasó, qué se hizo del zaguán, el farol, el ceibo, la luna cómplice, la viuda delirante, el curda que retaba a Dios, el taura pordiosero, la soltera eterna, los fideos del domingo, la rubia que nos enseñó a todos y murió sola, el duelo nocturnal, el sanjón y sus muertos. También lleven un poeta, un medium y dos perros, que tomen contacto con lo invisible, que se comuniquen. Yo se que había familia, barrio, esquina, algunos documentos hablan de cosas extinguidas, tal vez encuentren ruinas.
Quiero oler la magnolia, saborear un racimo y después un beso, llorar al guapo que faltó sin aviso, temblar por las carnes de la Rosa, fallar un envido y acertar una grapa, mirar los pitucos viborear un tango, el brillo helado de dos cuchillos en pugna.
No me muestren autopistas, rascacielos, ejecutivos, gente sexy, acciones en alza, carisma, rating, música house o tecno, amores ligth & fast & dry, sexo wi-fi, reality mentiras...
... Mierda…
No digan que murió, que sólo mi memoria, mi vergüenza, mi impotencia, deliran y bullen de rencor, nostalgia, soledad.
Por favor muestrenmé un barrio de antes, con sanjón y baldio y todo. Aunque sea un ratito, antes de partir.
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Carlos Adalberto Fernández
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