¿Cómo se te puede
acercar un relojero?, nunca pretendí que pasara, pero hoy en la mañana al salir
de entre un concepto, uno estaba sentado esperando en la imagen compartida,
escrupulosamente observaba su reloj, el señor tenía el tamaño de un niño, no
alcanzaba el piso con los pies, la ropa parecía le estorbaba entre el saco de
pana y su pantalón de poliéster café lleno de parches, estos últimos perecían
encajados en la piel, y fue que con el rostro lleno de rugosidades me pregunto
la hora, sin esperar la respuesta reviro con sus anteojos al reloj de arena que
traía en las manos.
Construí una pausa con el aire, dibuje con el aliento un
despertar bostezado, y con lo que sobraba de la situación le dije: -no cargo
con un reloj-, y serio, fue que me miro sin ademanes, y con una ominosa altivez
respondió: -como es posible, sí los relojes son para las decisiones del tiempo,
¿tu que haces para decidir?-, y mire hacia arriba, una parvada de sueños picoteaba
una nube convexa reflejando la vida para todos lados, y le comente: -el tiempo
no lo ocupo para decisiones, la obsesión se me queda en el pensar escribiendo y
ahí no existen relojes.-, y fue que de un brinco empezó a caminar encorvado, se
recargo en mi cintura y vi que sus rizos de color rojizo le llegaban al cuello,
miraba al piso esperando alguna explicación, me vio a través de su reloj de
arena, y dijo: - ¿entonces crees que le tiempo es una obsesión para los
demás?-.
Me quite el sombrero para que el viento refrescara la
siguiente idea, y seguí: -el tiempo encerrado en un reloj puede quitarte en un
solo segundo toda una historia completa, veo es una obsesión que no me compete,
ya que no podría escribir con lo que me sobrará de cada segundo-.
El relojero con otro salto dejo de lado a la duda, tomó
arena que le sobraba en las bolsas del saco, abrió la boca, degusto la arena de
la mano, y se continuo: -¿escribir? no hay peor mal que no utilizar el reloj
para avanzar, es como no saber que la decisión que tomes en el presente, ha de
venir de tu pasado inmediato, para que así te puedas construir en el futuro.
Como verás la arena y las palabras no lo pueden percibir, nosotros sí,
aprovéchalo que es un regalo divino-.
Me quite el orgullo que me salpico y le dije: -sí el reloj
en el tiempo es para construir regalos divinos de consciencia ¿dónde queda lo
demás?, esto que no ves, pero percibes en el final, esto que hueles y se
esparce a lo que eres, esto que sientes y que no juzgas, esto que se muda en palabra
y que nadie detiene, ahí el reloj parece que no puede pedirse permiso, ya que
podría resultar ser un vehículo irreverente para ir tropezando en el infinito-.
Me puse en un contexto que me regaló el momento, ya me había
colocado en la seriedad, empecé a escribir en el pensar y le dije: - veo
entonces que sí existiera un reloj para los principios y finales, usted no
necesitaría del tiempo-. Entonces no dijo nada el relojero.
Le pedí su reloj de arena, él algo perturbado me lo dio, sin
pensar lo tiré al piso y esté se rompió, el relojero se tomo de los cabellos y
grito. – ¡Sí serás idiota, ese reloj me lo regalo el destino!-. El relojero se
dio la vuelta corriendo con encono, y sin importarme empecé a juntar la arena
en el piso. En la arena dibuje un caracol que al final se juntaba con el
principio.
Vocifere para que me escuchara el relojero: - Sí el reloj te
lo regalo el destino es para que el caracol en la arena te diera un principio y
un final, he aquí el don que nos da el instante, el tiempo es para estar nada
más, si lo encierras, esté te puede atrapar-.
El relojero se alejo en el imaginario, el viento sin
palabras se llevo al caracol, y yo me quede enclavado en este final del
principio, pero veo que me continuo escribiendo… siempre me pasa, es por no
usar reloj.
Andrés V. Elizondo
1 comentario:
que hermoso y que cierto esto del reloj corre el riesgo que nos haga pricioneros y que por ello dejemos de vivir disfrutando instantes.
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