Tal vez fuera el mal sueño ó quizás la comida pesada de la noche anterior la que la despertara; de todos modos Georgia se incorporó sobresaltada.
El estómago le dolía terriblemente , sentía nauseas y ganas de seguir en esa cama pero lamentablemente debía ganarse el pan de cada día lo que le daría derecho a poder dormir la noche siguiente –o al menos esa era su filosofía de vida en aquel tiempo-.
Al mirar al costado vio la botella de gin vacía pero era extraño porque no recordaba haber tomado alcohol la noche anterior. ¡Seguramente había sido Pamela, su compañera de cuarto y camarada de juergas! Esa mujer tenía la habilidad de envolverla en las situaciones más alocadas.
--Ya voy!!! –grito hacia Ingrid su amiga más “ecuánime” la que hacía lo correcto en el momento correcto, la moralista que dormía con una Biblia bajo su almohada y en su mano un código de moral y buenas costumbres.
Cuando llegó a la cocina sintió la ducha abierta, de seguro era Pamela pensó -o como diría Ingrid : Pamela lavando su lascivia nocturna.
No podían ser más distintas las tres amigas y compañeras de cuarto; cada una tenía rasgos diferentes a las otras dos; ella por su parte se consideraba intermedia con respecto a sus amigas.
Se bañó y luego vistió la ropa que Ingrid había planchado la noche anterior; se desorientó pensando dónde había dejado su tarjeta de crédito; en fin, ya lo recordaría.
Sabía que tenía turno con su psiquiatra antes de ir al trabajo.
Llegó temprano y esperó la orden de la secretaria para entrar.
-Hola ¿cómo estás Georgia? -preguntó la doctora a su entrada.
-Muy bien; Ingrid y Pamela le envían saludos.
-Gracias querida, por lo que veo aún no se han mudado ¿verdad?
-Son más que amigas doctora, son camaradas –sonrió Georgia mientras la doctora leía la historia médica de su paciente: “personalidades múltiples”.
Liliana Varela 2008
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