Los abuelos de el general.
El Patio de mi casa. Los abuelos maternos.
Ya fue contado que toda la familia del general, vivía en la misma casa.
Sus abuelos, se llamaban, Marcelina y Valentín.
Marcelina procedía de un pueblo llamado Fontanarejo de los Montes,
cerca ya de la provincia de Toledo.
Esta localidad, producía grandes cosas…aceite de sierra, algo de
cereal, una abundantisima cantidad de caza mayor y menor y sobre todo,
y lo mejor de todo: sus habitantes. Una de estas personas, era su
abuela Marcelina.
Los recuerdos de sus ocho añitos, vividos agarrado a la falda de su
yaya Lina, hacían que así pensara y sintiera nuestro querido general.
La casa de Lina, era de acogida de todos los lugareños del pueblo, que
por necesidades medicas o de resolver asuntos burocráticos, se
desplazaban a Ciudad Real. Las puertas siempre estaban abiertas, sin
necesidad de ser familia o tener algún lazo de unión, mas o menos de
compromiso.
Una gravísima enfermedad, la hizo padecer mucho tiempo, hasta llegar a
fallecer entre los llantos de todos y el rezo de un rosario tras de
otro, que su hija la mas pequeña, -solo eso hizo-, se empeñaba en
mandarla al cielo en aburrida y monótona letanía.
La madre del general..., digna heredera de Marcelina, hacia de
enfermera poniéndole las inyecciones y limpiando la poca ropa que
había, para preparar una digna mortaja.
El abuelo del general..., ¡era una delicia!; ahora en la lejanía del
tiempo, el militar reconoce la valía de aquel hombre, su querido
abuelo.
Reconoce en el a los genes heredados: era travieso, cariñoso,
divertido, humano…así era el abuelo del general.
Como ya se ha indicado, se llamaba Valentín.
Hombre enjuto, de pelo blanco,- las fotos de la época lo dicen-; sin
ser alto, al general le parecía, como una enorme montaña.
Usaba chaqueta y chaleco en todo tiempo; se tocaba con boina de tamaño
medio, muy propia de Daimiel, su lugar de origen.
Valentín, fue un gran cocinero. De hay proviene la afición del general
a ser un cocinilla. Repito que era un gran cocinero, si que lo era.
El Obispo del momento y la Academia General de Enseñanza, podrían dar
fe de mi aserto. El era el encargado de las cocinas de los dos sitios
y la "alta sociedad" de la época, se acordaba de el, cuando en bodas u
otras celebraciones, había que hacer pitanza para mucha gente, y así
matar el hambre, que mucha había. Este fue su oficio principal.
Además como afición, ejercía de carpintero. Todos los trabajos de este
oficio que se hicieron para construir aquella casa, salieron de sus
manos.
En la acera de enfrente de aquella casa, había una carpintería. Era
propiedad de Julián Cabañas, un medio primo de Valentín, que le
permitía por las tardes, realizar estos trabajo en el taller.
¡Qué cantidad de grandes personas que han sido, y que nadie les supo
reconocer su esfuerzo!.
En la construcción de la casa, el general me ha contado que su madre,
en aquel enorme cochecito en el cual sacaba a pasear a sus hijos, si
encontraba una piedra, un ladrillo o algo que aprovechara, lo ponía
debajo del bebe y lo dejaba en el solar, que luego seria la morada de
todos. Así estaban las cosas.
Era el general el ojito derecho de Valentín; lo tomaba en sus brazos y
lo llevaba a la cuadrilla, donde con gran arte, le fabrico un carro de
tamaño
medio, en el cual el militar, transportaba a sus tropas, a nuevos
campos de batalla.
En una huida mal planeada, el carrito volco. Al realizar el parte de
bajas, su primo Fernando (Chatete) y su prima Mercedes (la Merce),
sufrieron un descalabro; uno con el grifo que goteaba siempre, la
otra, contra los ladrillos del arriate de flores que la madre del
general, cuidaba con esmero.
Los llantos desaforados, consiguieron que el general, se batiese en retirada
en dirección a la calle; al cruzar la misma…el único automóvil, un
Ford T de un conde, único en la ciudad, lo atropello y dio en tierra
con tan aguerrido militar.
Era el día de la Virgen del Rosario. El reloj de la Catedral dio las
4:30 y a las 5:00..., comenzaba la corrida, en la plaza de toros.
Emilio Medina M.
PD/ En homenaje a todos los hombres y mujeres, que en aquella época y
con solo su esfuerzo, tuvieron los redaños de sacar adelante, en
muchos casos , a su numerosa familia. Mi reconocimiento por ello.
El general.
2 comentarios:
Me llamo Baldomero Arias, soy de Fontanarejo de los Montes, y me ha extrañado que mi pueblo aparezca en el cuento. Tengo algunos relatos de alli. Un saludo.
baldomero.arias@telefonica.net
Baldomero
Tememos en Muestrario a uno de tus paisanos.
Maria
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