Es horrible, pero me gusta.
Perversiones que tiene uno..
NO ME QUEDA OTRA
Pasá, si es tu casa. A mí me abrió tu hombre, el que te alzó de tu hogar, de tu honra. El que ahora está ahí, tirado, irreparablemente fiambre, en medio del charco de sangre. Manchó un poco el sofá; se defendió, perdoname. No tenía nada en su contra, jugó mal. al elegirte a vos se me puso en el camino. Bueno. Ya fue.
Vine por vos, a cerrar las cuentas. No confundamos, no es una cuestión de honor. El honor, cuando se perdió, se perdió. Si es que en algún momento existió, porque el honor primero se gana, no se hereda ni se logra en la lotería. Pero en esta época...
Lo nuestro es un problema –no te rías- de amor. De lo que queda, después de tu traición. De lo que a mí me queda, porque a vos, supongo, no te sobró nada cuando hiciste tu valijita; lo que sí te resta ahora es este julepe que te tiene trémula esperando el desenlace,
Pero antes quiero que tengas en claro el por qué. Que importa mucho, no vayas a creer, aunque pareciera que el cagazo no te permite apreciar el valor que doy a este acto de esclarecimiento.
La cosa es que mi amor quedó justo en el medio, entonces la solución no es fácil.
¿En el medio de qué? Te preguntarás.
Si te amara menos, el orgullo o el rencor equilibrarían. Un cachetazo, una puteada, alcanzarían. La nostalgia con unas borracheras, unas noches de quilombo, seguro se pasa. Tiempo al tiempo.
Si te amara más no podría soportar perderte. Te perdonaría todo, con tal de que me alivies el dolor de no tenerte
Pero no, justo en el medio. Tenerte, ya no, ya algo ha muerto. Echarte, no salda la cuenta de un amor tirado a los perros. Te tengo como un grano en el culo.
No llorés así. Me ponés nervioso y me va a temblar el pulso.
Sabrás comprender. ¿Creías que sólo era cosa de disfrutar aquí y allá, sin mirar el surco que dejabas?¿O que para tomar la decisión que hoy me trajo aquí, no pasé horas solitarias retorciendo mis tripas?.
Tu camino ya termina; yo tendré que seguir, evocando por siempre este momento innoble e inevitable. No me queda otra.
El cuchillo está afilado. Cerrá los ojos, casi no te va a doler.
Carlos Adalberto Fernández
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