Manuel Ramos Martínez
¡Jamás he visto alegre a don Gabriel!. ¡Jamás!. Si no le conozco sus dientes, parece que no sabe lo que es reír. Siempre lento al caminar y con esos ojos que parecieran guardar secretos de otras dimensiones. ¡Yo, en verdad, no se qué pensar!.-Tal vez sean los sueños, Elena, ¿O acaso tienes pensado quedarte aquí , enterrada en este confín del mundo, toda la vida?. Escúchame: yo ya tengo cincuenta años y nunca he conocido el mar, ni he tocado un árbol frutal. En verdad que yo nunca he acariciado una flor ¡núnca!-Es cierto lo que dices, Miriam, pero a mi me parece que es verdad lo que dice Florian, que este hombre tiene pacto con el diablo. ¡Mire que rehuir a los vecinos!. ¿O alguien le ha hecho un mal?-¡Qué mal u otra cosa! Como me llamo Florian Garcías Cortés y que existe un sólo Dios, muy seguro estoy que este hombre tiene pacto con el Diablo, y seguro que guarda diablillos en un cajón.- Mida lo que está hablando, Florian, el hecho que el no ría y sea lerdo su caminar, no da motivo alguno para que usted diga estas cosas. Usted no conoce a este hombre y ninguno del mineral.-Escúcheme, señora Miriam, escúcheme por favor. Sé que usted es una mujer muy noble, muy amorosa, pero yo no me canso ni nunca me cansaré de repetir. ¡ Como hay un solo Dios que me alumbra!, que éste hombre, que es como una sombra, tiene su historia negra . Pregúntele a Marujita, que sincera como ella,y sin ofender a nadie, no conozco a ninguna.-Bueno , bueno, Florian si usted está tan seguro de lo que dice y además pone a Dios por testigo es porque así será.De improviso un silencio confidente mostró la figura silenciosa de Don Gabriel que observando vagamente al grupo de personas que hablaban entusiasmadas , los evadió cambiando lentamente su ruta acostumbrada, lo que de inmediato permitió que continuaran con más ahinco su conversación- ¡Lo vé, Miriam! ¡véalo con sus propios ojos! ¿es acaso una mentira lo ya dicho?, ¿acaso cree usted que este hombre nos aprecia? - replicaron Elena y Florian, -mientras, como pedido del momento llegaba saludando rebosante de alegría, Marujita.-¡Hola, hola! ¿cómo están, de que se habla?-Del eterno silencio de don Gabriel, Marujita, que no conocemos sus dientes, pues no sabe lo que es reír ¡ah ! y de su pacto con el diablo… ¡válgame Dios!- ¡Ah, sí! yo le tengo miedo y pena a la vez, pero ¿sáben qué ? ayer lo vi reir con panchito , sí ayer lo vi lucir sus dos dientes de oro , depues lo vi pasear por las callejas solitarias como pidiendole perdón al tiempo por su existir, en verdad que su silencio misterioso me es extraño y atrayente y su rostro está perfectamente esculpido, ¿pero qué pasa, por que sonrien y me miran con picardía?; si yo al que prefiero es al viento que es amplio , fuerte, suave y hasta melodioso.- No vengas con tu romántica edad a hacer poesía de lo siniestro Marujita, el tiempo que es el mejor testigo, ya al hombre nos ha desnudado y seguro que tiene pacto con el diablo¡Mire que tener dientes de oro! ¿A quién quiere parecerle bien?, si no tiene mujer, y pienso que jamás ha tenido alguna ¿ y de dónde saca tánto dinero?. El viaja a la capital todos los años , el conoce el mar señora Miriam, el si ha acariciado las flores!- ¿Pero hasta cuando tengo que soportarles, que hablen mal de mi amigo Gabriel? , ¡cobardes, chismosos, ustedes hablan mal de un hombre que está ausente ,que no puede defenderse ! ¡el no tiene pacto con el Diablo! Gritó entre lágrimas de impotencia , y escapó corriendo velozmente por las callejas del campamento-Era Panchito, el niño que había escuchado absolutamente todo lo que se había hablado de don Gabriel, y que un desasosiego indefinido lo embargaba, pues el era su amigo , su orientador, con el compartía muchas veces su pan y su alegría escondida.Tenía ganas de contarle todo a don Gabriel , pero prefirió contárselo a la nada y herirse en sus pensamientos: ¿será verdad lo que dice Florian? ¿Será verdad que mi querido amigo tiene pacto con el diablo y guarda diablillos en un cajón?Así acosado de inmensas confusiones, perturbado por desconocidas fantasías, fue alejándose de la gente y de sus tristes comentarios y también de la hermosa amistad de don Gabriel. Se hizo amigo de la soledad y como la soledad no tiene edad, no supo nunca por cuanto tiempo no vió a su amigo Gabriel. Pero un día determinó descubrir y resolver por sus propio medio la verdad:¡Sí ya está, si ya está ! -se dijo insistiéndose- volveré a visitarlo y revisaré en cualquier instante que se ausente, algun cajón, claro está que deberé tener un cuchillo en mis manos, por si los diablillos, se atreven atacarme. Terminaba de pensar ésto, cuando sonaron unos pasos suaves. Era don Gabriel, que acercándosele y mirándole con ojos de extraña comprensión le dijo con su voz fraterna: Oh mi pequeño querido amigo, te he buscado por callejas y rincones y por fin te vuelvo a ver, pero dime ¿A qué obedece tu triste y prolongada ausencia?... pero ven, vamos a tomar juntos el té que acostumbramos- agregó acariciando tiernamente la cabeza de Panchito encaminándole a su casa.Y pronto mientras entraban al pequeño comedor y le decía dirigíendose a la cocina, toma asiento, pónte cómodo, espérame que haré el té.Panchito tomó rápidamente un cuchillo que estaba sobre la mesa y abrió un cajón pensando hallar los diablillos cuando don Gabriel le sorprendió en pleno hecho y le dijo: ¿ que haces con el cuhillo, niño?-¡Es que yo quiero matar los diablillos que guarda en el cajón!-¿cómo que dices, niño , qué te han metido en tu cabeza esos vecinos , dime qué te han contado?- Que usted tiene pacto con el diablo y que guarda diablillos en un cajónDespues de un silencio amistoso, don Gabriel le dijo siempre con su voz fraterna:-Escucha, querido niño, no hace muchos años yo estuve viviendo junto a una mujer que amé inmensamente y pienso que aún la amo con la misma intensidad , ella tenía unos ojos risueños y habladores , una piel suave como el agua y su voz era toda una bella melodía. Pero un triste día me abandonó. Desesperado, angustiado de dolor, la busqué por mucho tiempo por pueblos y ciudades increíbles, hasta que por fin un día la encontré bailando completamente desnuda en un cabaret de un puerto muy lejano y le saqué ésta foto:… Créeme, querido Panchito -continuó diciendo- este es el único diablillo que guardo en el cajón ¡y cómo la amo! agregó depositando un beso en el retrato que guardó nuevamente en el cajón.
Manuel Ramos Martínez
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