Liliana Varela
Era su primer día como portero suplente. Estaba entusiasmado. Después de haber estado tanto tiempo desempleado, ahora podría llevar el pan a su mesa dignamente, como todo un jefe de familia.
La mujer llegó casi corriendo; su andar presuroso se correspondía con sus ansiosos y gestuales ademanes.
--¡Llegué a tiempo! – exclamó hacia Ramón, la nueva adquisición del edificio—pensé que no llegaba…
--La señora vive en…--la cortó Ramón.
--Soy Emilia Nievas –sonrió alargando su mano para tomar la de Ramón en un suave apretón de formal saludo—Vivo en el 5º A con mi hija Mariana.
--Mucho gusto Señora –retiró su mano con un escalofrío—
--OH perdone, siempre me dicen que tengo las manos frías.
--No se preocupe señora –la miró extrañado—tenía entendido que el 5º A estaba desocupado.
--Ya ve que no –sonrió la mujer amablemente—tenemos pensado mudarnos con mi hija pero más adelante; primero debo terminar con un trabajo, soy publicista ¿sabe? Y tengo la costumbre de controlar personalmente la tarea de la gente a mi cargo –miró su reloj ansiosa—si me disculpa, debo ir a ver a mi hija; cuando me fui estaba con fiebre en cama y no conseguí a nadie que la cuidara…así que disculpe.
Ramón vio entrar a la mujer al edificio.
Seguramente le había entendido mal al administrador; debía ser otro departamento el que estaba desocupado.
A los pocos minutos la mujer volvió a salir pero ahora acompañada de una bella niña rubia de mirada clara; ambas sonreían.
--Esta es mi hija Mariana.
--es muy bonita ¿sigue aún con fiebre?
--no, ya no tiene nada –miró a la niña con cariño-- ¿no es cierto mi amor?
--Sí Mamá, ya estoy bien, ahora que viniste.
Ramón las vio alejarse y sonrió pensando en la bonita imagen que conformaban madre e hija.
--Ramón ¿vinieron de la inmobiliaria?
La voz del administrador lo sacó de sus pensamientos.
--perdón Señor, decía…
--Que iban a venir a tasar el 5º A, el que está desocupado.
--no puede ser Señor, recién la dueña de ese departamento me dijo…
--¿De qué dueña me habla? – lo interrumpió—el dueño es el viudo de la mujer que vivía acá.
--Pero señor, recién estuvo la señora Nievas con su hija…
--¿Qué dice hombre? La mujer que vivía acá está muerta.
--¿Cómo dice Señor? –expresó Ramón perplejo—no puede ser, yo hablé con ella…
--¡No diga pavadas Hombre! La dueña del 5º A murió anoche en el hospital; estuvo casi un mes en coma después de un intento de suicidio. La pobre quedó mal una mañana que dejó a su hija sola y enferma. Se cree que la niña quiso levantarse a tomar algo y prendió el gas. La madre la encontró muerta cuando volvió del trabajo. Desde ese día se culpó por no haberse quedado con su hija en vez de ir a trabajar, más, cuando le dijeron que si hubiese llegado unos minutos antes, la hubiese podido salvar.
Los ojos de Ramón se abrieron desmesuradamente.
Liliana 2006
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