Liliana Varela
Lo sé. Hoy es la despedida. No necesito que me lo digas, lo veo en tus ojos aunque no lo creas. Y te entiendo; esto es demasiado para los dos, demasiado sufrimiento sin sentido. Compartimos tantas cosas bellas, tantos instantes felices; el calor de la cama por las mañanas y los abrazos tiernos al reencontrarnos al final del día. También superamos juntos momentos tristes; tus depresiones y las largas charlas en la que desnudabas tu alma para luego hundirte en mi abrazo.
Por supuesto que me gustaría que durara por toda la eternidad pero no puedo evitar ser el causante de la ruptura.
¡Nuestro último momento juntos.. y el amor se percibe en el aire que nos rodea! No, no llores por favor… no quiero verte triste, no deseo llevarme esa imagen , prefiero recordarte alegre, sonriente como siempre quise que estuvieras a mi lado.
Sé que sientes la culpa por tomar la decisión y sé que has debido recurrir a él para terminar lo nuestro ya que te sentías demasiado débil para hacerlo por tu propia mano.
No guardo rencor a tu actitud… los dos sufrimos demasiado estos últimos tiempos.
Sabíamos que no sería permanente, que el malvado tiempo no era el mismo para los dos y sin embargo hiciste lo imposible para que siguiera a tu lado: yo te defraudé con mi cuerpo y mi alma.
Confieso que tampoco deseo seguir luchando , el cansancio me pesa demasiado al igual que a ti.
Siento en mi piel tu caricia llena de amor: sabes que es el final. Se anestesia el dolor mientras disfruto de tu contacto… y apenas puedo mantener entreabiertos los párpados para conservar tu imagen….debo irme.
---Ya está. Fue lo mejor. Piense que ya no sufrirá más y que pudo disfrutar muchos años con él. Era inhumano seguir manteniéndolo vivo con semejante tumor. No se culpe, se hizo todo lo posible por él.
La mujer siguió acariciando a su perro Fiel mientras sus húmedos ojos observaban la jeringa que el veterinario había desechado dentro del tacho de basura.
Liliana 2007
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