jueves, 20 de septiembre de 2007

Los ojos del alma

Liliana Varela

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Estaba totalmente atónita ante la noticia; su único hijo, la carne de su carne iba a morir de cáncer. Y quizás el peor de todos: un tumor cerebral, el cuál no podía ser extirpado, ni aniquilado o detenido por los modernos

medicamentos.

Sólo restaba esperar un milagro o... el desenlace fatal.

Rinno podía esperar cualquier suceso durante el período de su enfermedad ; podía quedar ciego, si el tumor se extendía hacia el centro óptico; podía quedar demente, podía... ¡oh Dios ! podían sucederle tantas cosas antes, pensaba su madre Lodoisa.

Rinno tenía casi cincuenta años, era divorciado y no había tenido hijos con su ex esposa, vivía desde su divorcio --hacía más de diez años ya-- con su mamá Lodoisa . La relación entre ambos era excelente, como lo había sido siempre ya que Lodoisa fue para Rinno madre y padre a la vez, pues su padre había muerto antes de que él naciera.

Aquella noche Rinno llegó más tarde de lo acostumbrado de su trabajo; era comerciante en la ciudad pesquera de Mar del Plata y no había querido dejar de trabajar en el mercado ¿ para qué ? ¿qué bien haría la inactividad a su enfermedad ? Sólo tener más tiempo para pensar : y eso era lo que menos deseaba.

--Ven mamá siéntate, necesito hablar contigo.

Lodoisa palideció ante la sola idea de un suceso aún peor de los que ya se esperaban.

Rinno pareció notar la palidez del rostro de su madre.

--cálmate mamá, no tiene que ver con mi enfermedad --inclinó su cabeza-- o mejor dicho sí; pero no es nada malo, siéntate.

Cuando estuvo sentada frente a él, Rinno le tomó las manos entre las suyas.

--Mamá. Hoy decidí vender el negocio.

--¿qué? --se alarmó la madre--

--escucha. Pensé en las probabilidades de sobrevivir a mi enfermedad y he decidido que son muy pocas...

Su madre intentó hablar, pero Rinno la callo.

--déjame hablar mamá por favor. Venderé el negocio mañana a alguien que está muy interesado. Guardaré el 70 % en una cuenta en el banco a tu nombre, para que puedas vivir cómodamente el resto de tu vida; y ... quiero hacer un viaje.

--¿ un viaje ? ¿ pero... adónde ?

--quiero ir a Liguria, al pueblo donde está enterrado mi padre, quiero conocer la tierra en la que vivió y a sus parientes...

--Rinno...

--si ya sé --la interrumpió-- los parientes de papá nunca te aceptaron en la familia, sé que te echaron embarazada cuando papá murió en ese accidente con el barco pesquero, sé que te culparon por dejar que papá trabaje como un simple peón de ese barco teniendo todo el dinero que tenía y habiendo renunciado a él justamente por el amor de una huérfana y por el hijo que ella esperaba...

La madre asintió con la cabeza en silencio. Rinno prosiguió hablando.

--pero no me importa madre: voy a morir pronto y lo único que deseo es conocer el bello pueblo de Liguria donde fui concebido; donde está enterrado mi padre, y quiero conocer su tumba y poder llorar en ella si lo deseo...

--hijo...

--los parientes no me importan ¿ entiendes madre ? Yo no voy a reclamar nada. Es mi voluntad de moribundo. Tengo claro además que a ti no te queda nadie allí .Ya he reservado los pasajes para la semana que viene. Iremos en avión, aunque sé que no te gusta mucho la idea de volar. --le besó la frente-- entiende mamá; aquí en esta tierra que a pesar de todo nos cobijo, no tengo nada, ni esposa, ni hijos, sólo muerte... allí quizás pueda hallar mis raíces aunque no logre disfrutarlas. .. ¿ entiendes ?

La madre inclinó su cabeza. Rinno besó sus cabellos canos.

--bien mamá tengo mucho sueño, así que me voy a la cama.

Lodoisa quedó sola en el comedor. Sintió cerrar la puerta de la habitación de su hijo y llevó las manos a su rostro angustiada.

¡ Dios mio ! ¿ qué haría ahora ? ¿cómo había de pensar ella que su hijo un día quisiese conocer sus raíces y para mal de males estando enfermo y pronto a la muerte? ¿Cómo le diría qué su padre muerto nunca había existido? ¿cómo explicarle que toda su infancia había sido un invento de una madre desesperada por dar una identidad ilusoria a aquel hijo que amaba tanto? ¿cómo decirle que su verdadero padre había sido un simple trabajador del puerto de Mar del Plata con el que había tenido un corto romance recién llegada de Italia y, que para colmo la había abandonado embarazada luego de golpearla en sus muchos ratos de ebriedad ? ¿cómo explicarle que en Liguria tenía parientes que la recordarían como la " ramera " que huyó a América detrás de un sueño de triunfo y grandeza ?

¿ cómo causarle ese gran dolor encima del que ya tenía de por sí ?



Lodoisa vivió esa semana que le quedaba con hondo pesar; sentía el dilema ó no de decirle la verdad a su hijo. Se hallaba ante la espada y la pared, y a decir verdad sus setenta y cuatro años la tenían más atormentada que nunca.

Un día en que fue a buscar a Rinno a la pescadería --que ya tenía vendida al nuevo propietario -- lo encontró charlando con un canoso hombre, de gran edad, según ella calculo --debería de tener unos ochenta años pensó Lodoisa--

Rinno la abrazó en cuanto la vio.

--mamá, ven, ven, quiero presentarte a un paisano tuyo; mamá el es Grecco Benvennutto ; Grecco ella es mi mamá Lodoisa Bernecciano

Lodoisa palideció momentáneamente. El hombre extendió su mano.

--es un gusto conocerla... pero su nombre me es muy familiar.

--todos los italianos se llaman igual ¿verdad mamá? --bromeó Rinno--

--si así es --respondió Lodoisa-- si me disculpas hijo, vine sólo a decirte que ya trajeron los pasajes. Permiso. Adiós.

Se fue rápidamente ante el asombro de su hijo y el hombre junto a él.



Lodoisa caminó apresurada casi dos cuadras en dirección hacia las rocas del puerto. Llegó a un sitio apartado y elegido por ella hacia mucho tiempo ya. Se sentó sobre las rocas, clavando su fija mirada en el mar.

Recordaba cuando, teniendo 22 años decidió marchar de Liguria

--a decir verdad de uno de los pueblitos más pobres y horribles

anexos a Liguria-- recordó el rechazo de su padre, el lamento de su madre y la envidia de sus hermanos y hermanas ante su coraje; ya nadie quedaría vivo, presumía ella, ya que ella había sido la menor de siete hermanos; sintió nostalgias --más no arrepentimiento- - por haberse ido de allí.

Recordó al padre de Rinno --y aunque pareciera trágico se sonrió al percatarse de no recordar el nombre de aquel hombre-- ; lo había conocido pocos días después de arribar a Argentina --mientras trabajaba para una familia yendo a buscar frescos pescados al puerto-- ella hablaba muy poco castellano, pero era muy barata su mano de obra --razón por la cual había conseguido trabajo a los dos días de llegar-- él era bien parecido y a ella le había caído bien a primera vista. Su romance hubo de durar tres meses, él le enseñaba castellano y ella le daba casi todo el dinero que ganaba aguantando --claro está-- las golpizas que recibía casi a diario. Su patrona la había amenazado con echarla si seguía viniendo los días francos con esos moretones, hasta que al fin la despidió cuando se enteró que estaba embarazada y sin nadie que se hiciese cargo de ella.

Fue allí que conoció a Grecco un italiano que había llegado de su país unos años antes que ella; éste se apiadó de su historia y le consiguió trabajo en casa de una familia ; también le dijo que la amaba luego de unos meses de amistad, pero ella lo había rechazado y nunca más lo había vuelto a ver ni a saber nada de él; sólo supo que había desaparecido de la ciudad ... hasta hoy.

¿ la recordaría aún ? y si era así... ¿le contaría la verdad a Rinno? Su mente no podía soportar tanto dolor.

Pensó en hablar con Grecco... pero ¿y si él no se hubiese dado cuenta de nada? quizás ella echase las cosas más a perder aún.

Decidió ver que sucedía.

Cuando llegó a la casa Rinno estaba allí mirando los pasajes y tomando sus pastillas para el dolor de cabeza que tanto le aquejaban.

--¡ mamá ! Cómo tardaste --manifestó-- mira estuve mirando y luego de 9 horas de vuelo en avión, tenemos un barco con un recorrido de tres horas y media que nos dejara en "Scuatello" tu pueblito de Liguria ¿no es maravilloso ? --la abrazó--

--si hijo, es maravilloso --respiró aliviada mientras se abrazaba a su hijo notando que éste no sabía nada-- es maravilloso.





Abordaron el avión esa misma semana. El rostro de Lodoisa denotaba angustia interior, pero Rinno creyó que se debía a su enfermedad.

Durante el vuelo, Rinno se indispuso; Lodoisa pensó en ese instante que su hijo se moría --y en el fondo de su corazón y con intenso dolor y vergüenza a la vez "deseó" que así fuese antes, que el hecho de enfrentarse con el dolor que le esperaba--

--mamá, debo decirte algo --manifestó Rinno antes de abordar el barco que los llevaría a Scuatello.

El corazón de Lodoisa se aceleró.

--la doctora me ha dicho que es posible que lo primero que se afecte es mi visión ...

--hijo...

--no quiero que te preocupes --la interrumpió-- te lo digo para que estés preparada por si necesito tu ayuda; tu sabes mamá que queda poco tiempo y deseo pasarlo en tu pueblo, en tus orígenes

--cambió el tono de voz para volverla animada-- bueno, vamos al barco, me muero de ganas de estar en ese hermoso pueblo, recuerdo la descripción que me hacías de pequeño y siento unas ansías tremendas de ver esas aguas cristalinas, esos montes ...

--hijo, debo decirte algo...

Rinno la abrazó y luego tiernamente la miró a los ojos.

--dime lo que quieras madre, eres lo mejor de mi vida y te debo todo...

Estas palabras sirvieron para que Lodoisa callara. ¿cómo podía derrumbar ese castillo de sueños? ¿ y después ? No, era mejor no pensar en el después; pues el después aún no era.

El barco finalmente atracó en Scuatello; descendieron.

La primer lágrima de Lodoisa fue secada con bronca por su propia mano. Este era el "después". Ese pueblo horrible que ella siempre había odiado aún estaba igual. Casas pequeñas en las colinas, pobres casas, pobres calles, pobre vida.



Descendieron.

--el pueblo ha cambiado bastante hijo, está mucho más feo.

--yo lo veo hermoso madre; es tal como lo describiste.

Lodoisa quedó confundida; pero no le llevó la contra.



Se hospedaron en una pobre hostería; la única de aquel pueblo.

Lodoisa sabía que nadie debía de acordarse de ella; y que los únicos que pudiesen hacerlo estarían bien muertos ya.

Hurgando en su memoria, extrajo los restos de ese idioma nativo que hacía tantos años no practicaba.

Lo llevó a ver el pueblo.

Rinno sentía y le mostraba admiración por cada casa, persona o tienda que veía. Lodoisa se hallaba muy confundida por la actitud de su hijo.

--Madre, mira --señaló Rinno con su mano hacia una tienda antigua-- ¡es la tienda de esa familia de la que tanto me hablabas! ¡los que te criaron de pequeña!

--Rinno no, no es...

--madre, recuerdo bien todo; espérame, iré a comprar algo y vuelvo.

Quiso retenerlo pero no pudo.

Su corazón se aceleró ante la sola idea de que su hijo descubriese la verdad. ¿por qué se había dejado embarcar en esa locura ?

Rinno volvió sonriente.

--ven mamá, quieren saludarte.

--¿ qué ?

--ven, son los sobrinos nietos de los que tú conociste.

Lodoisa se dejó llevar por su hijo sin entender nada. Aquella tienda no era de ninguna familia conocida por ella.

Ante su asombro la gente la saludó y le habló sobre familiares, anécdotas y demás cosas que ella no pudo recordar.



No entendía qué sucedía; sólo veía el feliz rostro de su hijo y en cierta forma se reconfortaba.

Llegó el momento tan trágico y no esperado por Lodoisa : la visita al cementerio para ver los restos de ese "imaginario padre" que nunca había existido.

En el trayecto quiso hablarle pero en varias ocasiones Rinno la cortó mostrándole paisajes y lugares que él decía recordar, de esas maravillosas descripciones de pequeño que ella le hacía.



Llegaron. Ya nada podía detener la verdad. Rinno buscó la tumba tal cual su madre le había indicado que se encontraba años atrás.

La más bella, lujosa y grande de todo el cementerio.

Ya era el "después" pensó Lodoisa.

--Mamá allí está el nombre de papá. ¡es una tumba bella tal cual me lo dijiste! --se arrodilló frente a una de las lápidas más pobres del lugar y comenzó a llorar y a rezar al mismo tiempo--

Lodoisa creyó que su hijo se había vuelto loco.

Luego recordó lo que él le había dicho horas antes : su visión sería afectada primero. ¡Sí ! aunque le doliese aceptarlo Dios le había otorgado la disminución de su visión --o quizás locura momentánea -- para poder ver lo que él quisiese ver.

Al menos Rinno no sufriría más de lo que su propia enfermedad lo aquejaría. ¡ Sería feliz por lo que le quedaba de vida !

Se abrazó a él llorando; mientras él le explicaba que se quedarían allí hasta el final; y que se sentía tremendamente feliz de poder ver al que había sido su progenitor antes de morir.

Lodoisa lloró junto a él.

--si hijo mío, nos quedaremos el tiempo que tú desees. Mira todo lo que desees mi amor, yo estaré contigo siempre.

Rinno secó sus lágrimas y volvió a observar la tumba del que creía su padre. Se sintió feliz por su madre: su secreto no había sido descubierto --pensó-- ¿ para qué atormentarla diciéndole que él ya conocía la verdad desde hacía más de un año? ¿ para qué explicarle que un día estando con Grecco quién había vuelto a Mar del Plata a visitar parientes, éste le había contado la historia de esa mujer que amó y por la cuál había dejado la bella ciudad costera sin saber que él era su hijo?

¿ Qué sentido tenía decirle que Grecco le había hablado de esa mujer italiana que estando embarazada, pensaba "tejer" un mundo mágico para su pequeño aún por nacer y que pensaba "crearle " un mundo ideal para que no sufriese como ella?

¿ Qué más daba confesarle que Grecco al enterarse de quién era él, había prometido callar y ayudarlo en su misión; que había sido el mismo viejo italiano , quién había escrito a sus parientes en Liguria para que solicitasen la ayuda de esa familia que había demostrado conocerla al llegar?

¿Qué importaba ya que Lodoisa pensase que él quedaba ciego ó que estaba volviéndose loco, si ella --esa madre que lo había hecho vivir en una nube ideal y lo había criado con tanto amor--

ahora era feliz?

Para Rinno todo el paisaje era como el que había descripto su madre de pequeño; todo era ideal. Y la tumba de su padre era la más hermosa del cementerio.

Al fin y al cabo él estaba viendo todo con los ojos del alma, con los ojos del amor, a través de su amada madre.



Fin.

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